-Nos metimos para escondernos -la corrigió Nacho.
-¿Pero cuántos años tiene esta niña, vamos a ver? -preguntó Paula recordando aún lo mal que le había salido todo-. ¿Tres para cumplir cuatro?
-No exactamente -contestó Pedro-. Es una nena preciosa, tiene tres añitos y su madre lleva enferma más de seis meses, así que...
Nacho se inclinó hacia Paula y le susurró al oído:
-La verdad es que nadie le ha enseñado a hacer pipí.
-Y entonces arrestaron a Paula por no sé qué de menores y nos llevaron a la comisaría de policía -continuó Martina.
-Deja que lo cuente Paula.
-Trataron de inculparme por abandono de menores -aclaró Paula de mala gana-, ¡Cuando yo ni siquiera tengo hijos!
-Y a mí me dieron un helado -añadió Martina contenta.
-¿Y entonces llamaste a tu padre, Paula?
-¿Yo? ¿Llamar a mi padre? No, no soy tan valiente. Llamé a mi madre.
-Y ella vino y nos rescató -concluyó Martina-. Es buena. Me gusta tu madre, Paula. Y tiene un coche grande con televisión y todo, y nos trajo a casa y no dejaba de reírse. ¿Qué les parece?
-Dios mío, Paula, te asustarías mucho -dijo Nacho-. Lo siento, no me gustaría que tuvieras que marcharte, eres buena.
-Gracias -dijo Paula-. No podía dejar de pensar que alguien me estaba tomando el pelo...
-Quizá fuera una diminuta y astuta persona a la que todos conocemos - dijo el tío Pedro-. Nacho, ¿Por qué no vas arriba a bañarte?
El chico se levantó despacio, se acercó a Paula a darle un beso en la mejilla y, al llegar a la puerta, dijo:
-Yo no me pienso casar jamás.
-Yo tampoco -contestó Paula viéndolo marcharse.
Los tres se quedaron mirándose. Luca se levantó y se acercó a Paula dejando caer la cabeza en su regazo.
-Bien -continuó el tío Pedro-, Martina, vete a la cama. Yo subiré a decirte adiós dentro de un momento, en cuanto haya hablado con Paula.
-Preferiría que me acostara Paula... y que me lea un cuento, ¿Vale?
-Yo también puedo leerte un cuento -objetó Pedro ofendido-. ¿Es que no te acuerdas? Antes te leía un cuento todas las semanas.
-Eres un tío bueno -respondió la niña sacudiendo la cabeza-, pero los cuentos de Paula me gustan más...
-Bien, vete ya -ordenó Paula-. Iré a verte en cuanto termine de hablar con tu tío.
Martina se bajó del regazo de su tío, le dió un beso y un enorme abrazo a Paula y dijo:
-¿A que lo pasamos de maravilla? -preguntó con el rostro encendido saliendo a todo correr del salón.
-Bueno, parece que me has robado a mi niña -comentó Pedro solemne.
-¿Por qué no me lo habías dicho? -preguntó ella exasperada-. Va sin pañales, pero solo está en período de prueba, aprendiendo. Yo creía que...
-Lo siento, simplemente lo olvidé.
-No te creo. Y ahora cuéntame más cosas sobre ella.
-¿Sobre ella? ¿Sobre quién?
-Sobre la madre de Martina.
-No hay mucho que decir. Su madre ha estado enferma una y otra vez desde que Martina nació.
-Así que es por eso por lo que hace rabiar a su hermano, -comentó Paula.
-Quiere llamar la atención.
-No, no quiere llamar la atención, busca amor.
-Ah, ¿Sí? ¿Estudiaste psicología?
-¿Quién, yo?
-Sí, tú.
-No, mi especialidad era el inglés. Estudié psicología en la cocina con mi madre, junto con el arte de cocinar y de hacer pan...
-¿Estás tratando de decirme algo acerca de tu madre?
No hay comentarios:
Publicar un comentario