lunes, 16 de noviembre de 2020

Otra Oportunidad: Capítulo 61

 –La lasaña estaba buenísima, Nadia –le dijo Pedro a la anfitriona.

 

Le gustaba ir a casa de los Willingham. Estaba feliz rodeado de amigos, buena comida y su bella esposa. Su brazo descansaba en el respaldo de su silla y el pelo de Paula le hacía cosquillas en la piel cada vez que se giraba. Era algo a lo que podía llegar a acostumbrarse.

 

–Sí, todo estaba delicioso –agregó Paula.

 

Le habría encantado que aquello fuera su realidad, que pudiera estar siempre así con ella. En Seattle apenas habían tenido vida social. Sus horarios no se lo permitían. 


Todos estaban tan llenos que decidieron esperar antes de tomar el postre y pasaron al salón.  La casa era muy acogedora. Le encantaba ver a las parejas y a los niños en un mismo espacio, con juguetes por el suelo y lápices de colores tirados por todas partes. Era el tipo de casa que quería comprar. Cálida, acogedora y diseñada para una familia. Pero esos sueños siempre habían incluido a Paula. No se imaginaba con ninguna otra mujer, solo con ella.

 

Paula estaba sentada en el sofá con Leticia y estaban hablando entre risas de la boda. Había llegado a entender que quisiera casarse en Las Vegas después de que su exnovio la dejara plantada en el altar, pero él nunca le había preguntado si quería celebrarlo de alguna manera, ni siquiera habían tenido luna de miel.Victoria, la hija de Nadia y Sergio, se acercó a Paula. 


–Mi madre me ha dicho que eres una científica que estudia volcanes.

 

–Así es –respondió Paula–. Trabajo estudiando el del monte Baker.


 –¿Sí? Es que necesito que alguien me ayude con un trabajo sobre el flujo de la lava.


 –Paula es una invitada, no la molestes con tus deberes –le dijo Nadia a su hija.

 

–No te preocupes, me encantará ayudarla –contestó Paula.


Se puso a ver todo el material que tenía ya Victoria. La niña le mostró una caja repleta de mapas, un cubo de plástico y otras cosas que Pedro no reconoció.

 

–Tienes todo lo que necesitas para hacer el proyecto –le dijo Paula–. ¿Dónde podemos trabajar?


Victoria se llevó a Paula a su habitación. Le sorprendió ver que quería ayudar. Nunca la había visto con niños, solo con sus sobrinos durante la Pascua que pasó con su familia.

 

–¿Sabe Paula que no tiene por qué ayudarla? –le preguntó Nadia a Pedro.


 –Sí, claro que sí. Seguro que está encantada. Le encantan los volcanes –respondió Pedro.


 –El observatorio de volcanes de Cascades está cerca, sería un trabajo perfecto para ella –comento de repente Leticia.

 

–Está en Vancouver, no me parece que esté cerca –repuso Javier.

 

–Bueno, está más cerca que Bellingham, que es donde trabaja ahora – intervino Nadia.


Sergio fulminó a su esposa con la mirada.

 

–Dejenlo ya, Pedro no necesita que interfieran en su vida ni en su matrimonio –les dijo.

 

–¿Qué? No hemos hecho nada –se defendió Nadia con fingida inocencia–. Leticia y yo solo queríamos mencionarlo por si Pedro y Paula deciden que quieren estar más cerca.


Se dió cuenta de que Paula tenía razón. Sus amigos los habían visto durante la cata de chocolates y habían sacado sus propias conclusiones. Pero creía que se equivocaban. Ella ni siquiera le había contestado aún para decirle si seguía queriendo el divorcio. 

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