miércoles, 6 de mayo de 2020

En Un Instante: Capítulo 71

 —Perdona —Iván fue el primero en romper el silencio—. ¿Qué es lo que tiene?

—Tiene más obras de arte de la colección, docenas. No sabe si está completa o no, pero está almacenada en un sitio que pertenecía a su padre, donde, al parecer, lleva desde los asesinatos.

—Su padre… —empezó a decir David.

—Era un jefe de la mafia rusa. Al parecer, a su único hijo lo mataron unos días después de los asesinatos y a unas horas de distancia de aquí. Paula cree que no es una coincidencia, y yo, también.

—¿Estás diciendo que el padre y el hermano de Paula están implicados en los asesinatos? —preguntó David con la mirada pétrea del buen policía que era.


—El padre, no lo sé. El hermano, casi seguro. Lo asesinaron en Boise poco días después de los asesinatos. Según la teoría de Paula, su hermano se peleó con un cómplice que lo mató. Luego, su padre vengó el asesinato de su hijo y se quedó con las obras de arte. Lo que no sabe es por qué las conservó. Estaba distanciada de su padre y dió con el almacén mientras se ocupaba de sus asuntos después de su muerte.

No pudo mirar a sus hermanos por miedo a su reacción. Iván la había recibido en su casa. Ella había jugado con sus hijos, había tenido en brazos al bebé de David, había charlado con sus esposas… y todo mientras guardaba ese secreto descomunal. Él seguía sin poder asimilarlo.

 —¿Te contó todo eso anoche antes de marcharse? —le preguntó David  con una expresión algo menos dura.

—Sí. Esperó hasta anoche. Pasó aquí todos estos días sin decir nada. Debería habérmelo dicho en cuanto se presentó en el rancho. Se quedó fingiendo lo que no era.

—Si no recuerdo mal, se quedó porque tú insististe —intervino Iván.

Pedro cerró un puño y le costó no darle un puñetazo, pero no podía negar que fuese verdad.

 —Supongo que eso me convierte en un majadero, ¿No?

 —¿Por eso estás furioso con ella? —le preguntó David al cabo de un rato—. ¿Estás furioso porque no te contó que su familia podría estar implicada en la muerte de nuestros padres?

 Decir que estaba furioso era decir muy poco para describir lo que sentía por dentro.

 —¿Te parece poco?

—Por cierto, ¿Cuántos años tiene Paula? —le preguntó David—. Calculo que como Luciana, ¿No?

—Año arriba o abajo.

 —Entonces, tendría dieciséis o diecisiete años, ¿Verdad?

 —Sí —él entrecerró los ojos—. ¿Adónde quieres llegar?

—¿Crees que ella tiene algo que ver con los asesinatos?

—¡No! ¡Claro que no! Ella se pasó casi toda su vida sin ver a su padre. No lo conocía casi y, desde luego, no era una ladrona de arte.

—Entonces, corrígeme si me equivoco —David se encogió de hombros—, pero me parece que no solo eres un majadero, eres un majadero como la copa de un pino.

Pedro apretó los dientes y volvió a cerrar el puño.

—¿Quieres pelea, hermanito?

—No seas más estúpido todavía —replicó David—. Serás muy fuerte, pero no puedes con los dos.

—A mí no me metas —protestó Iván—. Yo no tengo nada que ver en esto.

¿Qué estaba haciendo? No iba a pelearse con sus hermanos por muy furioso que estuviera con el mundo en general. Se pasó los dedos por el pelo y, de repente, se dio cuenta de que tenía mucho frío. ¿Podía saberse por qué estaban fuera? Bueno, él era el que había salido. Se sentía como si estuviese aturdido desde que la noche anterior entró en la casa y vió a Paula con la maleta.

 —Me mintió. Eso es lo que me desquicia. Al menos, dejó de decirme algo muy importante. ¡Se quedó en mi casa, pasó el rato con mi hija y pasó la Navidad con todos nosotros!

 También había conseguido que la amara.

—¿Y…? —preguntó David arqueando una ceja.

 —Y todo el tiempo sabía que su familia había estado implicada en la muerte de la nuestra.

—Pero nos trajo el cuadro de mamá —le recordó Iván—. No tenía por qué haberlo hecho. Podría haberse quedado de brazos cruzados y nadie lo habría sabido. Eso indica algo de ella, ¿No?

—Ella dijo que se ocuparía de que su abogado y las autoridades catalogaran lo que hay ahí y nos devolvieran toda la colección —reconoció él con un suspiro.

 Los dos hermanos se quedaron en silencio y lo miraron sin salir de su asombro.

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