miércoles, 27 de mayo de 2020

El Soldado: Capítulo 43

–¿Para divertirnos? –Pedro soltó un bufido–. Los soldados no juegan para divertirse. Apuestan el sueldo de una semana a qué araña va a cruzar la habitación antes que las demás. Tenemos que jugarnos algo.

–¿Qué podemos jugarnos?

–¿El osito del sofá?

–No es mío, lo he comprado para Tomás.

–Pauli, ese niño no juega con ositos de peluche. Ni al parchís tampoco.

–Tampoco tú, pero vamos a jugar para ver quién gana mi osito.

–Sabía que era tuyo –dijo él, con gesto de triunfo.

–Y si tú quieres llevártelo a casa, a lo mejor no eres tan duro como quieres dar a entender.

–Ese osito debe de significar algo para tí, así que será divertido quitártelo.

–Pero, bueno... eso es horrible.

–Lo sé –asintió él.

–¿Y qué apuestas tú? ¿Qué me darás si gano yo?

Pedro miró sus labios un momento.

–Decide tú.

Paula miró sus labios. No, demasiado peligroso.

–El CD que escuchamos ayer en el coche.

–¡Ay! Esto se ha convertido en un juego importante, señorita Chaves.

–Mi juego favorito –dijo ella. Y los dos rieron de lo absurdo de la situación.

Paula ganó tres juegos seguidos y, protestando, Pedro salió a buscar el CD. Eran casi las once. Hora de enviarlo a casa porque algo le estaba pasando a su corazón. Se daba cuenta de que podía enamorarse de aquel hombre de tal forma que ya nada sería igual nunca más.

–¿Puedo escucharlo una vez más antes de dártelo?

No podía pensar que Sabrina iba a aparecer a esas horas, pero Paula deseaba aprovechar el tiempo. Sabía, después de todo, que tenía que alejarse de Pedro porque el día anterior había dejado bien claro lo que pensaba de las relaciones. Y ella estaba de acuerdo... o tal vez estaba mintiendo. Incluso a sí misma. De modo que, después de esa noche, mantendría las distancias. Pero era como si a alguien que adoraba el chocolate le dijesen que no podía volver a probarlo. Salvo una última vez. ¿Cómo iba a resistirse a la tentación? De modo que hizo batidos de chocolate y se sentaron en el sofá para escuchar el CD. Pedro parecía muy relajado. No se había dado cuenta de la tensión que había en él hasta que esta había desaparecido. Esa noche había estado llena de cosas tan normales y, sin embargo, le parecía algo especial. Quería volver a besarlo. Y estaba segura de que él lo deseaba también. Pero cuando se inclinó un poco hacia delante, notó que volvía a ponerse tenso.

–No, Pauli.

–¿Por qué no?

–Hay cosas que tienes que saber... sobre mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario