miércoles, 27 de mayo de 2020

El Soldado: Capítulo 45

–No voy a dejar que cargues con esa culpa.

–Yo ví a los chicos.

–¿Y qué podrías haber hecho?

–No lo sé –respondió él.

Y era terrible admitir que no sabía cómo podía haber cambiado el resultado. Incluso en aquel momento, incluso recordando su pesadilla, no lo sabía. Sospechaba que podría haber hecho algo, pero no sabía qué. Esa era la parte que faltaba en su pesadilla y se odiaba a sí mismo por ello.

–Debería haber sido yo quien recibió la bala. ¿Por qué no yo en lugar de Gonzalo? Tu familia se quedó destrozada, pero yo no tengo familia...

No era eso lo que quería decir. Había planeado que fuera su arma secreta, su forma de detener la atracción que sentían el uno por el otro. Él era el responsable de la muerte de su hermano y eso debería hacer que Paula se apartase. Pero parecía tener el efecto contrario. Ella estaba haciendo lo que él nunca había podido hacer: perdonarlo. Estaba aceptando que solo era un hombre y que no había podido luchar contra el destino.

–No puedes olvidarlo, ¿Verdad?

¿Cómo era capaz de ver eso? Todos los demás, incluso su hermano, pensaban que era un empresario de éxito, sin preocupaciones. Nadie sabía que estaba huyendo y él no quería que lo supieran. Y, sin embargo, no pudo contenerse.

–Tengo pesadillas... no, una sola pesadilla en la que soy el responsable de la muerte de Gonza.

–¿Y la tienes a menudo? –le preguntó ella.

¿Por qué? ¿Por qué estaba cargándola con sus problemas?

–Las tengo todas las noches. Incluso varias veces cada noche.

–¿Y qué te dice esa pesadilla que no admites a la luz del día?

Pedro cerró los ojos. Esa era la pregunta del millón, de modo que hizo un último esfuerzo para hacerla entender.

–Sé que fue culpa mía. Gonza y yo cuidábamos el uno del otro y yo le fallé. Lo dejé morir –Pedro esperó que Paula dijese algo por lo que pudiese odiarla, que le permitiese volver a levantar las barreras.

No dijo nada y cuando se atrevió a mirarla vió que las lágrimas se deslizaban por su rostro. Pero no eran por su hermano, eran por él. Era como si estuviese compartiendo su dolor, entendiéndolo. Era una compasión tan pura que lo dejaba sin aliento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario