lunes, 4 de mayo de 2020

En Un Instante: Capítulo 67

—Yo no quería esto. No debería haber venido. Lo siento muchísimo.

—¿Sientes que te ame? —preguntó él con aspereza—. ¿O sientes amarme también? No sé qué crees de mí, pero no soy tonto. Sé que también sientes algo por mí.

Sería mucho más fácil decirle que estaba equivocado, que no sentía nada y que se marchaba para evitar más situaciones complicadas entre ellos. Había mentido todo ese tiempo, pero sabía que no podría conseguir que ninguno de los dos se creyera esa mentira tan descarada.

 —Reconócelo —le presionó él—. Tú también me quieres.

Ella no podía contestar. Solo podía mirarlo con el corazón hecho jirones. Él debió de notar su angustia porque se acercó a ella con los ojos sombríos por la preocupación.

—Paula, ¿Qué está pasando? Cuéntamelo. No puede ser tan grave. Te amo. Te prometo que lo solucionaremos sea lo que sea.

 —Esto, no —susurró ella.

 —Dímelo.

Era lo más complicado que había hecho en su vida. Apretó el brazo contra el abdomen y sintió que se le clavaba la escayola a través de la ropa. No podía demorarlo más. Le debía una explicación, la que debería haberle dado cuando llamó a la puerta de esa casa. Tomó aliento aunque tenía la garganta atenazada por las emociones y se puso muy recta.

—De acuerdo, te lo diré. Creo que mi hermano mató a tus padres.


Pedro la oyó, pero le pareció que las palabras no eran reales. No supo qué decir mientras ella seguía mirándolo con una tristeza infinita en los ojos.

 —¿De qué estás hablando? —preguntó él sin poder articular una palabra más.

Ella apretó los labios.

—No siempre me he llamado Paula Chaves. Ese era el nombre de soltera de mi madre. Yo me llamaba Paula Kozlov hasta que los tribunales me permitieron cambiármelo cuando tenía doce años. Además, es una traducción. Se escribe de una forma completamente distinta, pero Paula es la pronunciación en inglés.

—¿Eres… rusa?

—No. Soy estadounidense. Nací aquí y he vivido aquí toda mi vida, como mi madre. Mi padre, en cambio, era de Moscú —tomó una bocanada de aire—. Era un pakhan de la bratva rusa. El equivalente a un jefe de la mafia.

¿Su padre era un jefe mafioso? ¡Ella era profesora de primaria! ¿Cómo era posible?

—¿Y… tu hermano? —consiguió preguntar él.

—Siguió sus pasos. Ya te conté que todos nos separamos después del divorcio. Mi padre crió a Gonzalo, a Gonza, para que fuese igual que él.

—Dijiste que murió hace doce años —replicó él mientras la memoria se le iba aclarando.

—Efectivamente. El día de Navidad de hace doce años.

Él se dió cuenta de que eso fue solo unos días después de la muerte de sus padres. ¿Había alguna relación?

—Lo mataron en la habitación de un hotel de Boise durante una discusión con un cómplice por un… trabajo que había salido mal. Creo que fue el robo de la colección de arte de tus padres.

Él intentó atar cabos, pero no conseguía encontrar el nexo.

—¿Por qué lo piensas? ¿Porque encontraste un cuadro entre las cosas de tu padre?

 Ella lo miró con los ojos azules velados y sombríos.

—Porque encontré docenas de cuadros. Un almacén lleno de obras de tu madre y de otros artistas occidentales.

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