miércoles, 30 de octubre de 2019

El Seductor: Capítulo 52

Si hubieran salido un par de horas antes, habrían podido atravesar el cañón y ya estarían en casa. Y quizá Paula estuviera recordando el maravilloso día que habían pasado juntos en vez de estar sentada a su lado con cara de pocos amigos.

Durante casi todo el día, las cosas habían ido bien, como Pedro había planeado. Habían pasado un rato agradable paseando por las tiendas y galerías, buscando regalos de última hora.Con la ayuda de Paula, él había encontrado los regalos perfectos para las mujeres importantes de su vida. Ya les había comprado a su madre y a Quinn un regalo, de modo que no tenía que preocuparse por ellos. Ella ya había hecho casi todas sus compras, de modo que solo tuvo que encargarse de unos últimos regalos. Le compró un jersey de lana a su padre, una cesta de libros y unos pendientes a Melina y una tabla de snow a Nicolás. Como Pedro había imaginado, Paula había estado radiante durante casi todo el día. Se había reído más que nunca y lo había tocado con frecuencia, agarrándolo del brazo mientras andaban, incluso dándole la mano mientras miraban los productos.

Y entonces Carla Mendenhall lo había arruinado todo. No. Aunque habría sido más fácil culpar a la otra mujer del desastre, Pedro sabía que la responsabilidad era suya. Si le hubiera prestado atención al clima y se hubieran marchado dos horas antes… Si hubiera elegido otro restaurante… Aparte de eso, si se hubiera mantenido alejado unos años antes cuando Carla se había acercado a su mesa en el Cowboy Bar tras una reunión de negocios. Pero no se había alejado. De hecho, la había invitado a sentarse ya tomarse una copa. Realmente no había pretendido empezar nada aquella noche dos años atrás, pero Carla se había mostrado entusiasmada. Ambos habían estado un poco borrachos, aunque más tarde descubriera que, en ella, era más una norma que una excepción. Habían bailado, habían flirteado y habían acabado la velada en la habitación de su hotel. Había imaginado que Carla solo quería pasar un buen rato y la había buscado en repetidas ocasiones cuando había ido a Jackson, pero pronto había descubierto que la había juzgado mal. De pronto, la chica festiva amante de la diversión se había vuelto dependiente y emocional, y había comenzado a llamarlo a todas horas; de modo que había acabado cambiando su número de móvil. Debería haber afrontado las cosas de forma diferente. Lo decente habría sido hablar con ella y tratar de explicarle que querían cosas distintas. Pero no había tenido tiempo en esa ocasión y le había parecido más fácil ignorarla y esperar que desapareciera.

Cuando Paula y él entraron en el Aspen y Pedro había visto a Carla sentada en la barra, había estado a punto de darse la vuelta y salir. Debería haberlo hecho, incluso aunque Paula pensara que estaba loco, pero habían pasado casi dos años desde que hablara por última vez con esa mujer. No podía guardarle rencor. Además, probablemente ni se acordara de él. Se habían sentado inmediatamente en una mesa junto a la chimenea, con vistas a la estación de esquí. Todo había ido bien hasta que Carla había pasado a su lado de camino al baño. Desde ese momento, el día había ido a peor. Carla había visto cómo abrazaba a Paula en la mesa y, en vez de alejarse discretamente, se había acercado y había comenzado a insultarlo.

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