lunes, 28 de octubre de 2019

El Seductor: Capítulo 49

El pueblo tenía su propia iluminación en el pequeño parque que había junto a la escuela, y ese fue su destino final. Allí los árboles estaban iluminados con lo que parecían millones de lucecitas de colores. A Paula le parecían adorables, a pesar de que el resto de la decoración parecía haber sido añadida con el paso de los años, haciendo que unas cosas no pegaran con las otras. Melina dejó escapar la correa de Lucía y el cachorro salió corriendo hacia la zona de juegos del parque.

–¡Oh, no! –exclamó Melina.

–No te quedes ahí como una idiota –dijo Cole–. Ve a por ella.

Pedro ni siquiera dijo nada, simplemente arqueó una ceja mirando al chico. Eso siempre parecía ser suficiente para que Nicolás controlase sus modales. Aquella vez no fue una excepción. Tras un segundo, el chico suspiró y se fue tras su hermana y el cachorro. En cuanto se quedaron solos, Paula supo que había llegado el momento que había estado buscando. Estaba intentando encontrar las palabras apropiadas cuando Pedro habló.

–¿Qué sucede? –preguntó.

–¿Qué te hace pensar que sucede algo?

–No has dicho más de cuatro palabras seguidas en toda la noche. ¿Te ronda algo por la cabeza?

–La verdad es que sí. Me ronda algo por la cabeza. Pedro, no podemos hacer esto más.

–Sí, tienes razón –dijo él tras una pausa–. Las luces de Navidad se ven mejor desde aquí, pero hace mucho frío. La próxima vez usaremos el coche para poder cubrir más terreno.

–Sabes que no es a eso a lo que me refiero –suspiró–. Esto ha sido maravilloso. De verdad. Pero…

Dejó de hablar al sentir algo frío y húmedo explotar en su cara. Se quitó la nieve de la cara y miró a sus hijos, que la observaban con cara de inocencia. Sus miradas cándidas duraron solo unos segundos antes de echarse a reír.

–¡Oh, muy gracioso! –exclamó Paula.

–No te preocupes, Paula –dijo Pedro agachándose a por nieve–. Yo te cubro la espalda.

Redondeó la bola de nieve, pero, en vez de tirársela a los niños, el hombre que ella sabía perfectamente que había sido pitcher del equipo de béisbol falló y le estrelló la bola en el abrigo. Por supuesto, aquello hizo que los niños se carcajearan aún más. Paula se dió la vuelta y lo miró.

–Creo que has malinterpretado el significado de esa frase.

Antes de que Pedro pudiera contestar, Nicolás le lanzó otra bola de nieve que aterrizó en el centro de su pecho.

–Chico, eso ha sido un gran error –dijo Pedro.

Desde ese momento, aquello fue la guerra. Paula se ocultó tras un muñeco de nieve hecho de plástico y logró impactar a Pedro y a Nicolás con sendas bolas.

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