–¿Y qué pasa con lo que quieres tú? –tenía el rostro hundido en su cuello y sus lágrimas se mezclaban con el agua de la piscina.
–Te quiero a tí –afirmó con tono posesivo. La apartó para mirarla a los ojos–. A tí. Siempre. Creía que lo había dejado claro.
Ella se sintió ligera por dentro, relajada. Como si se hubiera quitado un gran peso de encima.
–Hay otra cosa, algo que llevo tiempo pensando. No sé qué pensarás al respecto.
–Dímelo y lo averiguaremos.
Paula titubeó, porque realmente no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar él.
–Lo que me gustaría de verdad sería adoptar un niño –dijo de carrerilla–. Y no solo porque no podamos tenerlo nosotros. Quiero que ofrezcamos un hogar. No a un bebé, todo el mundo quiere adoptar bebés. Me refiero a un niño mayor, perdido y solo, que no sepa lo que es sentirse querido. Quiero llenar un dormitorio de juguetes y libros pero, más que nada, quiero que seamos una familia para alguien que no tiene esperanza de tenerla.
–Sí, yo también quiero eso –era típico de su generosidad no titubear siquiera–. Oír lo que pasaste me horroriza. Y tenemos mucho. Me encantaría ofrecer un hogar y una familia a un niño que lo necesite. Y tú serás una madre maravillosa. Esa respuesta tan positiva la emocionó más que ninguna otra cosa. Su corazón se abrió a él por completo y se abrazó a su cuello.
–Eres muy especial.
–¿No era un arrogante y controlador adicto al trabajo? –él enarcó una ceja.
–Eso también –decidió asegurarse de que hablaba en serio–. ¿Estás seguro? No será fácil.
–Sabes que adoro los retos –sonriente, la besó.
Siguieron en el castillo hasta que una llamada de Federico interrumpió su idilio. Una crisis de trabajo requería su presencia. Pedro miró a Paula, aún dormida, festejando la vista con su cuerpo desnudo.La tentación de vivir en ese paraíso el resto de sus días era enorme. Allí era imposible que ella se escondiera. Inmersos en su mundo privado se habían protegido de la realidad. Sabía que en el mundo real las cosas cambiarían. Él tenía un negocio que dirigir y ella también. Por mucho que se esforzaran, a veces tendrían que separarse.Se vistió y salió con el teléfono a la terraza. Escuchó a su hermano al tiempo que pensaba en los retos que esperaban a su matrimonio. Habían avanzado mucho en esas semanas, pero no sabía si lo que habían creado perduraría cuando volvieran al mundo exterior. Pensó que su matrimonio era como un barco. Tras reparar el casco, flotaba bien en puerto, pero no sabía si aguantaría el embate del mar abierto.
Siempre me quedo con ganas de leer más!!
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