miércoles, 27 de septiembre de 2017

Dame Otra Oportunidad: Capítulo 60

–¿Y  qué  pasa  con  lo  que  quieres  tú?  –tenía  el  rostro  hundido  en  su  cuello y sus lágrimas se mezclaban con el agua de la piscina.

–Te  quiero  a  tí  –afirmó  con  tono  posesivo. La apartó para mirarla a los  ojos–. A tí. Siempre. Creía que lo había dejado claro.

Ella se sintió ligera por dentro, relajada. Como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

–Hay otra cosa, algo que llevo tiempo pensando. No sé qué pensarás al respecto.

–Dímelo y lo averiguaremos.

Paula  titubeó,  porque  realmente  no  tenía ni  idea  de cómo  iba  a reaccionar él.

–Lo que me gustaría de verdad sería adoptar un niño –dijo de carrerilla–. Y  no  solo  porque  no podamos tenerlo nosotros.  Quiero que ofrezcamos un hogar. No a un bebé, todo el mundo quiere adoptar bebés. Me refiero a un niño mayor, perdido y solo, que no sepa lo que es sentirse querido. Quiero llenar un dormitorio  de  juguetes  y  libros  pero,  más  que  nada,  quiero  que  seamos  una  familia para alguien que no tiene esperanza de tenerla.

–Sí,  yo  también  quiero  eso  –era  típico  de  su  generosidad  no  titubear  siquiera–. Oír lo que pasaste me horroriza. Y  tenemos  mucho.  Me encantaría ofrecer un  hogar  y  una  familia a  un niño que lo necesite. Y tú serás una madre maravillosa. Esa respuesta tan positiva la emocionó más que ninguna otra cosa. Su corazón se abrió a él por completo y se abrazó a su cuello.

–Eres muy especial.

–¿No era un  arrogante  y  controlador  adicto  al  trabajo?  –él  enarcó  una  ceja.

–Eso también  –decidió asegurarse de que hablaba en serio–.  ¿Estás  seguro? No será fácil.

–Sabes que adoro los retos –sonriente, la besó.

Siguieron en el  castillo  hasta  que  una  llamada  de  Federico interrumpió  su  idilio.  Una  crisis de trabajo requería su presencia. Pedro miró a Paula, aún dormida, festejando la vista con su cuerpo desnudo.La tentación de vivir en ese paraíso el resto de sus días era enorme. Allí era imposible que ella se escondiera. Inmersos en su mundo privado se habían protegido de la realidad. Sabía que en el mundo real las cosas cambiarían. Él tenía un negocio que  dirigir y ella  también. Por  mucho que se esforzaran,  a veces tendrían que separarse.Se  vistió y salió con el teléfono a la  terraza.  Escuchó a su  hermano  al  tiempo  que  pensaba  en  los  retos  que esperaban a  su matrimonio.  Habían  avanzado  mucho  en  esas  semanas,  pero  no  sabía  si  lo  que  habían  creado  perduraría cuando volvieran al mundo exterior. Pensó que su  matrimonio era como un  barco. Tras reparar  el  casco, flotaba bien en puerto, pero no sabía si aguantaría el embate del mar abierto.

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