lunes, 18 de septiembre de 2017

Dame Otra Oportunidad: Capítulo 36

Cansada  de  la  audiencia  y  de  interpretar  el  papel  principal  en  un  drama que ella no había escrito, Paula lo miró.

–No prometo quedarme semanas. Pero me quedaré el tiempo suficiente para que me enseñes qué abre esta llave. Entonces decidiré.

Sus palabras fueron recibidas por murmullos de aprobación de la gente. Paula se sintió atrapada.

–No te hagas ideas. No es para siempre. Es...

–Para salir de este infierno  –farfulló  él  por lo bajo,  con  una  sonrisa  de  agradecimiento. 

Agarró  su  maleta  y  la  fascinada  multitud  se  separó  para  abrirles paso. Mientras iban hacia la puerta, empezaron a oírse aplausos a su espalda.

–¿Te aplauden a tí o a mí?  –preguntó Pedro,  poniendo los ojos en blanco.

–Probablemente aplauden  tus  pectorales.  Llevas exhibiéndolos  diez  minutos.

Él bajó la vista hacia la camisa abierta, pero abotonarla habría implicado soltar la mano de ella o la maleta y no quería hacer ni una cosa ni la otra.

–Tengo una excelente entrenadora personal.

–¿Qué ha pasado ahí? –preguntó Paula atónita, al ver el deportivo ante el edificio, estacionado en un ángulo de lo más extraño.

–Puede que me fallara la concentración.

–Eso parece –lo  observó meter la maleta  en  el maletero.  La  llave  le  pesaba en la mano–. ¿Vamos a volver a la villa?

Temía  haber  tomado  la  decisión  equivocada.  ¿Cómo  podía  cambiar  su  relación una llave oxidada? ¿Habría sido mejor subir a ese avión?

–Si volvemos a la villa,  mi  bien intencionada familia se echará  sobre  nosotros. El resto de nuestra conversación tendrá lugar sin audiencia.

–¿Adónde vamos?

–Es una sorpresa.

–No me gustan las sorpresas  –Paula subió  al  coche–.  ¿No  crees  que  sería mejor ir antes a casa y cambiarte? ¿Hacer algo de equipaje?

–No.

–Llevas  medio  esmoquin.  Estás  ridículo  –pero  lo  cierto  era  que  estaba  increíblemente sexy. Incluso medio vestido había captado la atención de todas las mujeres del aeropuerto. Era injusto.

–¿Te  importa  lo que lleve puesto?  –preguntó él, arrancando  el coche y mirándola a los ojos.Incluso  allí,  rodeados  de  coches,  la  química  entre  ellos  era  innegable.

 Ella sintió la electricidad del ambiente. Miró su pecho y luego sus ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario