lunes, 25 de septiembre de 2017

Dame Otra Oportunidad: Capítulo 55

Desde que le había vuelto a poner la alianza en el dedo, apenas habían pasado tiempo en casa. Él se había ausentado unas cuantas veces para hacer llamadas telefónicas, que ella había supuesto eran de negocios. Ya no estaba tan segura.La casa ya tenía gimnasio y sala de cine. ¿Qué más podía haber en una casa cuando la vida tenía lugar principalmente al aire libre?

El  piloto volvió a sobrevolar el volcán y Paula decidió olvidar la  casa y  disfrutar  de  estar   con  Pedro. Era muy  buen guía  y  tenía  extensos  conocimientos sobre el Etna.

–No  habíamos dedicado  suficiente  tiempo  a  hacer  cosas  juntos  –dijo  él  cuando el helicóptero regresó a la casa–. A veces hablábamos de trabajo hasta cuando estábamos cenando.

Caminaron  hasta  la  terraza.  Allí  les  irvieron  limonada  fría  que  Paula  aceptó con una sonrisa.

–No tienes que disculparte  por  eso.  Soy  tan adicta al  trabajo como  tú,  pero  estoy  de  acuerdo  en  que  no  encontramos  un  término  medio  –se  oyó  un  fuerte ruido y ella miró hacia la casa–. ¿Qué son esos golpes?

–Es parte de tu sorpresa –frunció el ceño con impaciencia–. El ruido me está volviendo loco. Vamos a dar un paseo.

Paula habría  preferido  quedarse  junto  a  la  piscina,  pero al ver la expresión  de  su  rostro  comprendió  que  real  mente  quería  sorprenderla  con  lo  que  fuera  que  estuviese  planeando.  Así  que  permitió  que  la  condujera  por  el  camino que atravesaba el naranjal hasta las ruinas del anfiteatro grecorromano.

–¿Estás  respirando  bien?  –preguntó  él,  ajustándole  el  sombrero  para  protegerla del sol.

–Sí. El ejercicio no me provoca asma. Es una suerte, o tendría que dejar mi trabajo.

–¿Por qué elegiste el fitness como profesión? Es raro, teniendo asma.

–El asma fue la razón. Estaba empeñada en estar en forma. Cuando esa pareja decidió no adoptarme intenté ignorar el hecho de que tenía asma. Dejéde utilizar el  inhalador,  pero  eso me llevó al hospital  unas cuantas  veces. Entonces decidí que sería  más sensato  enfocarlo de otra forma,  así  que  busqué toda la información que pude. El asma varía en cada persona, pero en mi caso el ejercicio era bueno. Cuanto más en forma, más sana. Mi detonante siempre ha sido el estrés.

–Me siento como  un  bruto por haber  provocado ese  ataque  la  noche  antes de la boda de Luciana.

–Si no lo hubieras hecho, tal vez no habríamos vuelto a hablar –dijo ella, sintiéndose amada.

–Sí habríamos hablado. No te habría dejado marchar. En cuanto bajaste del  avión  deseé  encerrarte en  la villa y no dejarte ir  nunca.  Y tú sentiste lo mismo.

–Sí –la  necesidad  de  estar  con  él  la  había  abrasado. 

Aún  le  costaba  creer que estaban juntos.

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