Desde que le había vuelto a poner la alianza en el dedo, apenas habían pasado tiempo en casa. Él se había ausentado unas cuantas veces para hacer llamadas telefónicas, que ella había supuesto eran de negocios. Ya no estaba tan segura.La casa ya tenía gimnasio y sala de cine. ¿Qué más podía haber en una casa cuando la vida tenía lugar principalmente al aire libre?
El piloto volvió a sobrevolar el volcán y Paula decidió olvidar la casa y disfrutar de estar con Pedro. Era muy buen guía y tenía extensos conocimientos sobre el Etna.
–No habíamos dedicado suficiente tiempo a hacer cosas juntos –dijo él cuando el helicóptero regresó a la casa–. A veces hablábamos de trabajo hasta cuando estábamos cenando.
Caminaron hasta la terraza. Allí les irvieron limonada fría que Paula aceptó con una sonrisa.
–No tienes que disculparte por eso. Soy tan adicta al trabajo como tú, pero estoy de acuerdo en que no encontramos un término medio –se oyó un fuerte ruido y ella miró hacia la casa–. ¿Qué son esos golpes?
–Es parte de tu sorpresa –frunció el ceño con impaciencia–. El ruido me está volviendo loco. Vamos a dar un paseo.
Paula habría preferido quedarse junto a la piscina, pero al ver la expresión de su rostro comprendió que real mente quería sorprenderla con lo que fuera que estuviese planeando. Así que permitió que la condujera por el camino que atravesaba el naranjal hasta las ruinas del anfiteatro grecorromano.
–¿Estás respirando bien? –preguntó él, ajustándole el sombrero para protegerla del sol.
–Sí. El ejercicio no me provoca asma. Es una suerte, o tendría que dejar mi trabajo.
–¿Por qué elegiste el fitness como profesión? Es raro, teniendo asma.
–El asma fue la razón. Estaba empeñada en estar en forma. Cuando esa pareja decidió no adoptarme intenté ignorar el hecho de que tenía asma. Dejéde utilizar el inhalador, pero eso me llevó al hospital unas cuantas veces. Entonces decidí que sería más sensato enfocarlo de otra forma, así que busqué toda la información que pude. El asma varía en cada persona, pero en mi caso el ejercicio era bueno. Cuanto más en forma, más sana. Mi detonante siempre ha sido el estrés.
–Me siento como un bruto por haber provocado ese ataque la noche antes de la boda de Luciana.
–Si no lo hubieras hecho, tal vez no habríamos vuelto a hablar –dijo ella, sintiéndose amada.
–Sí habríamos hablado. No te habría dejado marchar. En cuanto bajaste del avión deseé encerrarte en la villa y no dejarte ir nunca. Y tú sentiste lo mismo.
–Sí –la necesidad de estar con él la había abrasado.
Aún le costaba creer que estaban juntos.
Me re atrapa esta historia!!!
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