De la mano, siguieron paseando entre las ruinas, admirando la vista del mar y el Etna detrás.
–Nunca me canso de este lugar. Ojalá pudiéramos vivir aquí –dijo ella.
–¿No echas de menos la ciudad?
–No. Pero vivir aquí no es práctico, ¿Verdad? –pasó los dedos por una enorme piedra y se sentó–. Tú no puedes dirigir tu negocio desde aquí, ni yo el mío. Puede que no sea solo el lugar, sino que uando estamos aquí no trabajamos.
–Tendremos que llegar a un compromiso. Venir más a menudo. Pasar aquí, por ejemplo un mínimo de una semana al mes –se sentó a su lado.
–Es un plan maravilloso, pero en la práctica pasarás mucho tiempo en el avión, como siempre.
–Fede va a ocuparse más de esa parte del negocio –Pedro estiró las largas piernas–. Es quien está buscando nuevos terrenos y negociando. Yo paso más tiempo aquí, supervisándolo todo –puso la mano en su nuca y la atrajo para besarla.
Pero ni siquiera eso consiguió distraer a Paula de la conversación. La semilla de la esperanza empezó a germinar en su interior.
–¿De verdad crees que podría funcionar? ¿Podrías pasar más tiempo aquí, en Taormina?
–Los dos podríamos pasar más tiempo aquí. Pero no conduciría. El helicóptero es más práctico.
–¿Te he dicho alguna vez lo lejos que estás de la vida real? –Paula no daba crédito–. Lo dices como si fuera un medio de transporte normal.
–Es una opción genial. Con el helicóptero, da igual dónde esté. Puedo utilizarlo para recorrer la isla y también para llegar al aeropuerto si necesito el avión. Hablando de aviones, tengo buenas noticias –sonó muy satisfecho consigo mismo–. He encontrado un médico que hablará con nosotros sobre lo que ocurrió. Nos aconsejará y nos dirá si se puede hacer algo. Solo tenemos que llamar para concertar una cita.
–Ya he visto a un especialista –Paula empezó a sentirse fatal–. Me dijo que no puedo tener hijos.
–Viste a un médico local y, la verdad, ángel mío, la atención médica que recibiste dejó mucho que desear. Te mereces lo mejor y lo tendrás.
–El equipo del hospital me salvó la vida.
–Cierto, pero se trata de una especialidad muy concreta. Ha habido grandes avances en los últimos años. No creeré que no hay esperanza hasta que lo oiga de alguien que sabe lo que dice. No discutas. Es lo menos que puedo hacer por tí.
Sonó su teléfono y, en vez de ignorarlo como hacía últimamente, se puso en pie para contestar. Por eso no vió la reacción de Paula, que se había quedado helada. Él quería ayudar y la culpa era de ella, por no haberle dicho lo que sentía.
–¿Quién era? –preguntó cuando él regresó.
–Tenemos que volver a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario