lunes, 30 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 65

 -A los diecisiete años se fue a pasar el verano a la granja de su tío en Kentucky. Le encantaban los caballos. Allí conoció a mi padre. El era el hijo de unos vecinos. Acababa de alistarse al ejército y se marchaba a finales de verano. Le sacaba varios años a mi madre. Cuando los padres de ella supieron del romance con mi padre, que aparentemente sólo quería un lío de verano, se pusieron furiosos. La presionaron para que terminara con él, de modo que ella le escribió una carta después de que él marchara, rompiendo la relación. Después se enteró de que estaba embarazada. Sus padres, preocupados por el escándalo, la enviaron de vuelta a la granja en su último año de estudios. 


-Y fuiste un bebé tan precioso que tu madre no quiso deshacerse de tí.


Las palabras de Pedro le hicieron sonreír.


-Cuando nací mis abuelos dejaron que mi madre volviera a casa bajo dos condiciones. Nunca más podría ponerse en contacto con mi padre, y tendría que terminar los estudios. Hizo eso, y luego se casó con Alberto -Paula suspiró-. Toda la ciudad pensó que Alberto era mi padre porque se casó con él al poco de tenerme a mí.


-Vaya. ¿Nunca volvió a hablar con tu padre?


-No. El no sabía nada de mí ni de lo que ocurrió hasta que yo lo llamé. Le dí un buen susto -se limpió las lágrimas otra vez-. Tengo veintiocho años y no he visto nunca a mi padre.


-Él tiene por lo menos cincuenta años y no conoce a su hija.


-Cierto -suspiró Paula-. Me pregunto cómo es; si es más alto que yo, si tenemos los mismos ojos. Todo eso.


-¿Entonces por qué no toma una avión y viene a verte? ¿O por qué no vas a verlo tú?


-No es tan sencillo -tragó saliva-. Está enfermo.


-¿Enfermo?


-Tiene cáncer -soltó las palabras como si le pesaran toneladas-. Cáncer de pulmón, para ser más exactos. Es curioso que vaya a morirse de lo mismo que mi madre, sólo que ella fue de ovarios. Supongo que por eso tengo tanto miedo de perderlo antes de tener la oportunidad de conocerlo.


Paula aspiró hondo, como si intentara por todos los medios no ponerse a llorar. Pedro le tomó la mano y se la apretó. Entonces se dió cuenta de la suerte que había tenido de poder tener padre y madre, ambos vivos y aún juntos. Sabía que ella había tenido una vida dura, pero nunca había conocido los detalles. Era de esas personas reservadas que sonreía al mundo y fingía que todo iba bien.


-¿No pueden hacer nada por él?


-Lo están haciendo. Dentro de una semana empiezan con la quimioterapia, porque la cirugía y la radioterapia no han servido de mucho. Yo quería ganar la caravana para... -se calló-. Parece ridículo.


-Cuéntamelo.


-Quería ganarla para poder llevarme de viaje a mi padre. Como nunca lo he visto y sólo he hablado unas cuantas veces por teléfono con él, se me ocurrió que sería buena idea pasar una semana viajando por California para poder conocernos. Sin interrupciones, sin otras personas alrededor. Lejos de los hospitales y de las enfermeras. Sólo mi padre y yo.


De pronto el concurso de «Sobrevive y Conduce» tomó un significado nuevo para él. Paula no quería ganar la caravana por alguna razón superficial como las demás personas; la quería para tener la oportunidad de sentirse en familia, para experimentar algo que nunca había podido sentir. Sintió el anhelo de ella, su dolor, su necesidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario