miércoles, 11 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 23

Él sólo había salido con mujeres que iban exclusivamente a pasar un buen rato. Mujeres egoístas que no querían relacionarse con nadie. Mujeres que sólo le habían querido por su físico, y poco más. Paula tenía razón. Lo que necesitaba era a una persona más madura; a una mujer segura y valiente. Una mujer como Paula. Pero era imposible intentar nada con ella. No podía fiarse de sus métodos de siempre, de las frases que tan geniales le habían parecido y que de pronto le parecían estúpidas. De todos modos, ella no se las tragaría. Tenía un modo especial de mirarlo, de ver más allá, de conocerlo, de adelantarse a sus movimientos. Como el sueño no quería visitarlo esa noche, retiró la manta de lana y se puso de pie; sacó una cerveza del frigorífico, la abrió y se bebió la mitad antes de cerrar la puerta. La luz de la cocina iluminaba parte de la sala de la caravana. En el sillón tumbona, con los pies recogidos, estaba Paula. Tenía la cabeza apoyada en el brazo, pero estaba despierta. Vió el brillo de la luz reflejado en sus ojos y se preguntó si habría estado observándolo. ¿Habrían tomado sus pensamientos la misma senda peligrosa que los suyos? Se puso de pie y la manta cayó al suelo. Pedro desvió la mirada antes de que la imagen de Paula en camisón se le quedara grabada en la mente toda la noche. Entró en la cocina.


-¿Qué haces levantado?


-No podía dormir. En la jaula de los monos del zoo duermen mejor que aquí.


En la semioscuridad, Paula parecía más suave, casi... Vulnerable.


-¿Queda alguna otra cerveza?


Él asintió y abrió la nevera.


-¿Paula?


-¿Mmm? -metió la mano en el frigorífico y sacó una botella de cerveza; le quitó el tapón, lo tiró a la basura y dió un trago-. ¿Qué?


-Cuando esto termine...


-Cuando gane, quieres decir -inclinó la botella hacia sí con énfasis.


-Tal vez -sonrió. 


La Paula que él conocía tenía la tenacidad de un bulldog. El corazón se le aceleró. ¿Estaría nervioso? No recordaba la última vez que le había preocupado que una mujer lo rechazara.


-¿Cuando termine esto, querrás salir? ¿Tener una cita conmigo?


Estaba dando el segundo trago cuando se lo preguntó. Empezó a atragantarse, y a punto estuvo de echarle la cerveza encima.


-¿Qué has dicho?


-Tú y yo. Una cena. Tal vez una película. Los primeros pasos del ritual de apareamiento.


¿Por qué había dicho eso? Era la peor frase que podría habérsele ocurrido. Paula se echó a reír.


-Eso no lo había oído antes.


-Es una tontería que he dicho -dijo, desando poder abofetearse; se adelantó, le quitó la botella y dejó las dos sobre el mármol-. Yo... - hizo una pausa y se dió cuenta de que estaba nervioso de verdad-. Me gustaría salir contigo cuando todo esto acabe. 

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