lunes, 2 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 1

Paula Chaves pasó la mano por la superficie de líneas elegantes, la deslizó sobre el frío metal. Si al menos los hombres estuvieran así de bien equipados. Y fueran así de útiles. Era perfecta. Absolutamente perfecta. Lo único que tenía que hacer era ganar aquella bestia de catorce metros de largo. Ya se preocuparía después de llevarla por la autopista. Se sintió pequeña a la sombra de la enorme caravana crema y burdeos de la marca Deluxe. La casa rodante tenía espacio suficiente para un dormitorio, una cocina y una sala de estar, según decía el anuncio. Una casa y un medio de trasporte al mismo tiempo. Necesitaba ambas cosas, y cuanto antes mejor. Había hecho una promesa y no le quedaba mucho tiempo para cumplirla.  En realidad apenas le quedaba tiempo. Pero salir de Mercy, un lugar de Indiana en el quinto pino, suponía algo más que cumplir una promesa. Pasara lo que pasara, iba a empezar de nuevo. Había dado aviso en el salón de peluquería y belleza donde trabajaba, guardado la mayor parte de sus pertenencias en un almacén y reunido los ahorros suficientes para costear la mudanza. Cuando Paula Chaves se lanzaba desde un precipicio, lo hacía sin red. En su subconsciente una pequeña duda le dijo que cambiar de vida no sólo se basaba en la distancia física. Pero dejó a un lado esa conjetura sin darle mayor importancia.. La caravana era el billete a una nueva vida en California y a la única familia que le quedaba. Le dio una última palmada a la casa rodante y fue a apuntarse a la mesa.


-¿Es aquí donde hay que inscribirse para poder ganar la caravana? 


Una animadora del Instituto de Secundaria de Mercy le pasó una tablilla con una hoja de papel y un bolígrafo. La chica era morena, llevaba un uniforme azul y blanco y unas zapatillas de deporte. De haber tenido el pelo rubio, podría haber sido Paula a esa edad.


-Se habrán apuntado un millón de personas, digo yo, y sólo participarán veinte -dijo la chica señalando un tablón donde se especificaban las reglas-. El concurso empieza el domingo. Intente estar temprano, y tráigase todas sus cosas -la animadora agachó la cabeza y empezó a limarse las uñas.


Por un momento deseó poder decirle a aquella chica que no renunciara a ir a la universidad, que no pusiera su fe en algún chico tonto que terminara trabajando en acerería sólo porque su padre y sus hermanos trabajaran allí. Que saliera de Mercy mientras aún tuviera oportunidad. Porque de otro modo seguiría allí a los veintiocho años, aún soltera, atrapada en aquella ciudad y lo bastante desesperada como para apuntarse al concurso «Sobrevive y Conduce» que el centro comercial de Mercy celebrara aquel mes de septiembre. 

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