viernes, 6 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 15

 Alicia le cambió la carta a la chica antes de que ella pudiera protestar.


-Entonces duerme delante, hija, en la silla. Yo le haré compañía a mi Luis.


Cuando el resto de las camas fueron ocupadas, Paula se dió cuenta de que Pedro no había utilizado su reina. Había vuelto a meterla en el montón de cartas y había pasado a la persona siguiente. Prefirió no analizar su decisión. Mejor dejar las cosas así.


Después de comer, Paula se sentó en la tumbona, abrió su diario y empezó a escribir. "Sólo quedan quince personas. Se han marchado el médico y una de las parejas de señores mayores. Una de las tres mamás se ha marchado también para consolar a su pequeño Joaquín. Si esto sigue así, ganaré enseguida. Adrián, sin embargo, está pegado a la silla y a la televisión. Alicia, Luis, Arturo y Graciela están jugando a las cartas y llevan horas. Tamara provocó una pequeña revolución cuando empezó a pintarse las uñas y el olor se hizo insoportable. El guarda de seguridad, Francisco, está roncando en el sofá. Renee y Javier están leyendo, y los demás charlando en voz baja. Rafael y Julia están en el otro extremo del sofá, con un aspecto bastante triste para ser recién casados. Y Pedro... " Dejó de escribir y lo miró. No estaba comportándose como el Pedro que ella conocía. Había estado poniendo paz, interviniendo cuando alguien empezaba a discutir, proponiendo ideas para establecerlo todo, desde ir al cuarto de baño hasta fregar los cacharros. De no conocerlo y saber de su fama de rompecorazones, seguramente a ella le habría parecido... Atractivo. De un modo u otro, una relación no entraba en sus planes de futuro, de modo que dejó de pensar en él inmediatamente. Miró su reloj. En California eran más de las diez. Sacó su móvil y se fue al único sitio de la caravana donde uno tenía un poco de intimidad: El cuarto de baño. Finalmente, a la quinta llamada, contestó una voz rasposa.


-¿Diga?


-¿Papá? ¿Estás bien?


-Sí, ahora mismo estaba peleándome con la enfermera.


Paula se echó a reír.


-¿Y quién ha ganado?


-Creo que yo; pero ya me está retando para la revancha -hizo una pausa para toser.


La tos parecía dolorosa para su padre, pero también le dolió a Paula. Deseó poder tener un plan mejor.


-Lo siento, cariño.


-¿Te estás cuidando?


-Tanto como puedo -le dió otro ataque de tos-. Ojala pudiera verte.


Paula apoyó la cabeza contra las baldosas blancas del baño. 


-Yo también, papá.


Miguel Chaves seguía siendo sólo una voz para ella. Aún tenía que abrazar a su padre, ver lo alto que era comparado con ella, ver que tenía el dedo meñique un poco torcido como ella. Sólo había encontrado a su padre hacía cuatro meses, y ya el demonio llamado cáncer se lo estaba llevando. Empezó a toser otra vez, y una de las enfermeras le tomó el teléfono.


-Hola, Paula -durante las semanas pasadas, se había hecho amiga de aquellas mujeres que cuidaban a su padre.


-¿Cómo está?


Oyó que Yanina cubría el teléfono con la mano.


-Tan bien como puede esperarse. El médico dijo... -vaciló, claramente deseosa de poder darle aquella noticia en persona, en una de esas habitaciones calladas en las que los familiares podían llorar en privado-. La cirugía no acabó del todo con ello. Dentro de dos semanas va a empezar la quimioterapia, en cuanto se recupere de la cirugía. No puede marcharse a ningún sitio hasta que se dé las sesiones, pero estoy segura de que muy pronto empezará a sentirse mejor. 


Paula sabía que la quimioterapia no garantizaba nada.


-Estaré ahí muy pronto.


Si no tenía la caravana para cuando su padre empezara con la quimioterapia, tendría que montarse en un avión y pensar después en el resto de su vida. Su mudanza, su nueva vida, todo tendría que esperar. 


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