lunes, 16 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 33

Pedro abrió la puerta y se sentó en el escalón, con cuidado de no salir para que su posición no pudiera ser considerada fuera del vehículo.


-¿Eh, hermano, cómo estás?


Marcos sonrió.


-Bien.


Pero las ojeras de Marcos decían lo contrario. No estaba bien; no lo había estado desde la muerte de su esposa hacía más de un año. Catalina, su sobrina de once años, estaba al lado de Marcos, con cara de aburrimiento. Tenía en la mano una bolsa de una de las tiendas del centro.


-Eh, patito.


Volteó los ojos al oír el mote familiar, pero Pedro percibió una sonrisa en sus labios.


-Dime la verdad -Marcos hizo un gesto hacia la caravana y le pasó una bolsa de galletas de manteca de cacahuete-. ¿Estás ahí dentro con un montón de animadoras deportivas o qué?


-Mejor aún.


Marcos vaciló hasta que Catalina se alejó hacia el escaparate de una de las tiendas.


-¿Mejor que un montón de chicas monas con minifalda que se vuelven locas por los tipos atléticos?


-Hace tiempo que no me considero atlético. Llevo demasiado tiempo en una oficina para eso -Pedro se mordió la lengua; la oficina ya no existía-. Bueno, ahí dentro hay unos cuantos sin los que podría pasar; pero hay una persona que casi está consiguiendo que me divierta.


Marcos arqueó una ceja.


-¿Divertir en el sentido de probar la cama de matrimonio, o en el sentido de jugar al parchís?


-En el sentido de Paula Chaves.


-¿Paula? ¿La amazona?


Pedro se puso a la defensiva, a pesar de que su hermano no había tenido la intención de ofender a Paula.


-Eh, Paula es elegante.


Marcos se echó a reír.


-Parece que ahora es algo más que la vecina de enfrente. 


Pedro se encogió de hombros.


-Tal vez.


-¿Desde cuándo te interesas en serio por una mujer?


Incluso su gemelo le tenía por un playboy . ¿Si Marcos no podía verlo como a un adulto, quién lo haría?


-Tengo veintinueve años. Es hora de que madure ya.


Marcos asintió.


-Necesitas una mujer que te mantenga a raya. Daniela solía... -su voz se fue apagando.


Pedro sintió el dolor punzante de su hermano. Quería decirle tantas cosas, pero no sabía por dónde empezar. ¿Y cómo se disculpaba uno por perder al cliente más importante para el negocio y básicamente echarlo todo a perder en el preciso momento en el que Marcos más lo había necesitado? ¿Cómo se justificaba no haber dejado a Marcos, a Catalina y él mismo otra opción que la de regresar a Mercy, con el rabo entre las piernas, y mudarse a casa de sus padres, como si fueran estudiantes otra vez? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario