miércoles, 4 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 10

Dejó la maleta en el suelo, se sentó encima y escondió la cara entre las manos. No iba a llorar, no iba a... 


-¡No puedo hacerlo! ¡Es tan pequeño! No puedo... una de las dependientas de la perfumería salió de la caravana, casi derribando a Pedro en su huida-. ¡Parece un sarcófago! -se detuvo en medio del patio, respiró hondo un par de veces y salió apresuradamente del centro comercial.


-Una menos -dijo Nancy-. Dieciocho menos y tendremos un ganador o una ganadora.


-No, espere -Paula se puso de pie y corrió hacia Nancy-. La última persona aún no se ha subido. Técnicamente el concurso no ha empezado. Y ahora sólo tienen diecinueve personas. Las reglas dicen que pueden ser veinte. 


Nancy entrecerró los ojos.


-Sé contar. Teníamos veinte y ahora tenemos diecinueve.


-Las reglas dicen...


-La señorita tiene razón -la interrumpió Pedro con el pie en el primer peldaño; sonrió a Nancy con encanto-. Veo que es usted una persona... Comprensiva. La chica sólo quiere una oportunidad - señaló a Paula-. Usted parece de las que dan esa oportunidad -se acercó a Nancy-. Entre usted y yo, de todos modos no creo que dure más de unas horas. Entonces volveremos a ser diecinueve, y todo esto antes de abrir el centro comercial. Además -añadió en susurros-, tal vez los lleve a juicio. Es una situación peliaguda, teniendo en cuenta que yo aún no me he montado.


¿Por qué iba Pedro a ayudarla? Sobre todo porque antes la había rechazado. Paula no se molestó en analizar sus motivos, sobre todo cuando aún no sabía si iba a poder subirse a la caravana finalmente. Lo del juicio pareció hacer recapacitar a Nancy.


-De acuerdo, suba. Pero recuerde -le advirtió antes de que Paula diera un paso-. Soy muy buena dándole esta oportunidad.


-Nancy, es usted todo corazón -Pedro esbozó su mejor sonrisa. 


Que por supuesto tuvo el mismo efecto mágico de siempre; un truco que Paula había visto cientos de veces en los años que conocía a Pedro. Cuando él sonreía así, hasta las mujeres hechas y derechas perdían el sentido.


-Gracias -Paula le dió la mano a Nancy pero la otra apenas sí se fijó, y se quedó mirando a Pedro hasta que Norberto la interrumpió con una pregunta, y dejó de mirar a Mark con evidente renuencia-. Entremos, Pedro.


-Las damas primero -le dijo él haciéndole un gesto. 


Paula sacudió la cabeza.


-Sé cómo eres. Sólo quieres mirarme el trasero. Entra y seré yo la que te mire.


Él arqueó una ceja.


-No sabía que yo te gustara. O mi trasero, Paula. 


Pedro le sonrió y Claire sintió un revoloteo en el estómago que sin duda tenía que provenir de los tres donuts que se había comido antes de entrar en el centro comercial. Él se metió la mano en el bolsillo y sacó un lápiz. 


-Toma -se lo pasó a Paula. 


-¿Para qué es esto?


-Por si quieres pintar las vistas.


Y dicho eso subió las escaleras y entró en la caravana. Paula divisó su objetivo y le clavó el lápiz en el trasero.


-¡Eh! -exclamó Pedro.


Paula sonrió.


-Te he dicho que no juego limpio.


Él se inclinó hacia ella.


-Así es mucho más interesante, ¿No? -añadió con otras implicaciones en su tono de voz.


Ella decidió ignorarlas. 


Una vez dentro, Paula entendió por qué la chica había salido de la casa rodante dando gritos. Veinte personas con equipaje no cabían fácilmente en aquel trailer. Acaban de entrar y el ambiente ya resultaba agobiante, y olía a humanidad y a perfume dulzón. Si no hubiera apostado tanto por todo eso, también habría salido corriendo. Tanta gente allí resultaba abrumador.


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