viernes, 6 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 13

Se retiró todo lo que pudo, unos tres centímetros, que en absoluto resultaron suficientes.


-Parece que no eres el único -dijo, y señaló hacia Rafael y Julia.


Los recién casados se habían apropiado del sofá y estaban estirados encima. Ya estaban medio abrazados y besándose, sin duda dispuestos a iniciar su luna de miel.


-Eso no es hacer el amor -dijo Pedro con desdén. Eso es luchar.


Paula se echó a reír y enseguida se sintió mucho mejor; la risa era un descanso de tanta tensión que llevaba acumulando desde que había dejado atrás su vida anterior. Había estado tan convencida de que su nueva vida sólo implicaría esperar a que el resto de los competidores cedieran... Pero de pronto no se sentía tan segura de su decisión. Alicia corrió junto al sofá y dió unos toques en el respaldo con la aguja de tejer. Rafael y Julia se separaron y se incorporaron.


-De eso no habrá nada -dijo Alicia, meneando un dedo delante deellos-. Es vergonzoso.


-Vamos, abuela. Acabamos de casarnos ayer -Rafael alzó la mano de Julia como prueba.


-Entonces alquilen una habitación en un motel. Este no es lugar para... Para «Eso».


-Hemos venido a esta caravana para pasar nuestra luna de miel - dijo Rafael.


-Cuando la ganen; entonces será cuando empiece su luna de miel. Hasta ese momento, creo que tú deberías dormir delante, y tu chica detrás, en el suelo. Luis y yo nos quedaremos con la cama y así podremos vigilarla.


-Eh -dijo Adrián-. ¿Quién dice que pueden quedarse con la cama grande?


-Luis y yo somos los mayores -dijo ella, como si eso lo dejara claro.


-No lo son, Alicia -dijo una de las otras personas mayores-. Mi Graciela tiene seis meses más que tú.


Eso dió paso a una discusión sobre la edad, que los llevó a comentar sobre quién tenía peor las caderas y quién merecía más la cama, basándose en el historial médico. Pedro avanzó hacia el centro de la habitación.


-Creo que se me ha ocurrido la manera justa de decidir quién se quedará con la cama -gritó por encima del barullo.


Paula levantó la vista muy sorprendida. ¿Desde cuándo se implicaba Pedro en algo que no fueran sus propios asuntos? Jamás había sido de los que se metían a resolver los líos de los demás.  En ese momento, sin embargo, quería ayudar, y se estaba comportando como un tipo agradable, no como el Pedro que ella recordaba. Desde que había regresado de California, parecía cambiado. ¿Para bien? Lo dudaba mucho. Los hombres como él no cambiaban de personalidad así como así. Todos se callaron y miraron a Pedro. Agarró las cartas que había sobre la mesa de la cocina. Alicia abrió la boca para protestar.


-Sólo las voy a necesitar un momento -dijo Pedro, que seguidamente barajó las cartas y las sostuvo en la mano-. En las camas hay sitio para seis, después dos sillones y la tumbona. Todos escogéis una carta; las más altas eligen. Mañana por la noche, volveremos a hacerlo; así todos dormiremos en las camas.


Se oyeron unos cuantos gruñidos de protesta, pero nadie dijo nada. Pedro pasó delante de todos para que cada uno eligiera una carta.


Cuando llegó delante de Paula, sonrió.


-Tal vez te toque el comodín. 


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