viernes, 20 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 45

 -¿Quieres decir que soy único?


-Quiero decir que eres raro -contestó con el sarcasmo que tan cómodo le resultaba..


Se puso a lavarse las manos con empeño para evitar la mirada burlona de Pedro.


-Qué lástima. Siempre he pensado que tú estabas por encima de la media.


-Deja de decir tonterías, Pedro. Tenemos cosas que hacer.


Debería centrarse en ganar la caravana para ir a California. No debería estar pensando en Pedro, ni preguntándose cómo serían sus besos, ni lo que sentiría si la abrazara con fuerza.


-Ah, sí, la cena. ¿Crees que podemos hacer algo para impresionar a los otros ocho?


-Si fuéramos inteligentes les daríamos veneno -dijo Paula-. Para que se marcharan todos, y así poder quedarme con la caravana.


-Anímate -Pedro sacó el pollo de la nevera y lo dejó en el mostrador-. Puedes durar más que toda esta gente. Dudo que muchos de ellos se queden más de otra semana.



Ella plantó las manos en el mostrador con fuerza.


-No tengo tiempo -susurró-. No tengo casi tiempo, por amor de Dios.


-¿Entonces por qué sigues aquí? ¿Por qué no vas donde tengas que ir y dejas esto?


-Hice una promesa. Necesito la caravana para cumplirla. No puedo romperla, y no la romperé. Es demasiado importante -sacó una cebolla de un cesto que había debajo de la pila y empezó a picarla.


-Paula, si estás disgustada porque vas a perderte unas vacaciones...


Ella se dió la vuelta con un cuchillo en la mano. -¿Crees que es eso lo que me tiene preocupada? -con el rabillo del ojo vio que los demás estaban mirándolos y bajó la voz-. Es mucho más que eso. 


-Cuéntamelo.


En parte deseaba confiar en él. 


-Es personal.


-Bien.


Pero por su tono de voz notó que no le parecía nada bien. Dejó el cuchillo sobre la tabla y suspiró.


-No ha sido mi intención decirlo así. Yo... No quiero hablar de ello. Aquí no...


Pedro empezó a desenvolver el pollo.


-¿Con todo este público?


-Sí. Me voy a volver loca si tengo que pasar un día más metida aquí.


-Sé a lo que te refieres -untó de aceite una fuente de horno y empezó a colocar los pedazos de pollo dentro-. Qué pena que no podamos acelerar el proceso de eliminación un poco.


-Sí. Acelerarlo hasta el final -puso la cebolla encima del pollo; sacó un pimiento de la nevera y empezó a picarlo-. Tal vez debería abandonar; olvidarme del concurso.


-Sabes... -Pedro hizo una pausa y fue a lavarse las manos. 


-¿El qué? -añadió el pimiento a la fuente. 


-Estamos preparando juntos la cena sin necesidad de decirnos nada -señaló el pollo-. Imagínate lo que podríamos hacer si tuviéramos un plan.


-¿Un plan? 


Agachó la cabeza.


-Para que el resto se largue de la caravana -le susurró al oído-. Y luego ya veremos lo que haremos cuando sólo quedemos los dos.


Paula se mordió el labio mientras reflexionaba. ¿Juntarse con Pedro? ¿Confiar en él? Él era su único aliado en la caravana. Y la había ayudado a entrar allí, aunque había sido la número veintiuno. Miró hacia la zona de estar donde estaban los demás. Todos eran extraños. Cada uno tenía sus propias razones para querer la caravana, pero ninguna tan urgente como la suya. Si Pedro y ella aunaban fuerzas, tal vez pudieran convencer a los otros para que se largaran rápidamente. De ese modo tendría oportunidad de mantener su promesa. Lo miró, que estaba cubriendo el pollo con nata líquida. Habían preparado una cena apropiada con cuatro cosas. ¿Qué tenía que perder? Si pudiera ganar la caravana y llevarse a su padre a hacer ese viaje que le había prometido, entonces cualquier cosa valdría la pena. Tendría a su padre; después podría establecerse para emplear todo el tiempo posible en conocer al hombre que le había dado el ser, antes de perderlo, tal vez para siempre. De pronto confiar en Pedro no le pareció una idea tan mala. Le había dicho que había cambiado, y todo lo que había hecho en los últimos días daba contenido a sus palabras. Se habían hecho amigos... No, algo más que amigos. Aunque no quería explorar aún cuánto más. 

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