lunes, 16 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 32

De fondo oyó el principio de una pelea en la caravana. Después de todo, se acercaba la hora del culebrón. Todos los días, las mujeres se unían en la batalla del control de la televisión. En ese momento Alicia amenazaba a Adrián con daños físicos si no le daba el mando a la una. Paula se acercó y se sentó a su lado en una banqueta.


-Se está poniendo feo, ¿Verdad?


Desde el primer día no había podido dejar de pensar en Paula. Cada vez, que se daba la vuelta, sus pensamientos regresaban a ella. Al estar cerca se había visto obligado a re examinar unas cuantas cosas sobre sí mismo. Cosas que había ignorado durante los últimos veinte años. Pero en ese momento...  Paula era la primera persona en la vida a la que deseaba impresionar, a la que quería demostrar que él era mucho más que un nombre y una fama.


-Tal vez debamos pedirle a Nancy otra antena satélite -dijo Paula.


-No sé si eso nos beneficiaría -respondió, contento de hablar de otra cosa-. Empiezas a eliminar las cosas por las que se pelea la gente y hay incluso más incentivos para que se queden.


-No sé sobre esa teoría. Nadie parece estar dispuesto a marcharse ahora.


Paula se volvió a mirar al grupo del salón. Pedro se fijó en la curva de su cuello, expuesto bajo la cola de caballo. Tenía un cuello largo y elegante que le daba un porte regio. Si posara ahí sus labios, sentiría su piel tierna y suave. Y si ella suspirara, la vibración de su voz temblaría sobre sus labios, atizando las llamas que ardían en sus entrañas.


-A veces cuando la gente se pelea se sienten más atraídos.


-A veces -dijo en voz baja. De pronto pareció sorprenderse a sí misma en un momento vulnerable; se dió la vuelta hizo una mueca de fastidio-. Quiero que se marchen todos. Cuanto antes mejor.


-¿Y luego qué?


-Y luego me llevo esta caravana a California para empezar una nueva vida.


-¿Te vas a marchar de Mercy?


-Claro. Debería haber salido de esta ciudad hace diez años, pero no lo hice. Ahora fíjate en mí. Mi carrera hasta el momento ha consistido en poner rulos de plástico rosa en cabezas de cabellos canos. Cuando tenía dieciocho años, tenía sueños, esperanzas... - se mordió el labio-. Entonces las tiré por un estúpido y acabé en Mercy. 


Paula se puso de pie y fue a la nevera. Pedro quería preguntarle quién había conseguido amargarla tanto, qué tipo podría haberla convencido. A él siempre le había parecido tan fuerte, tan en control de la situación. Ella le pasó un refresco.


-Gracias -le quitó el tapón y dio un sorbo sin dejar de mirarla-. ¿Qué pasó para que no quisieras volver a salir con ningún hombre?


-¿Desde cuándo te interesa mi vida?


-Desde que has vuelto a la mía.


Ella sacudió la cabeza.


-Yo no estoy en tu vida, Pedro. Estoy en la misma caravana que tú, y ya está -se sentó a la mesa y agarró su libro-. No estoy buscando una relación; ni siquiera estoy segura de estar lista para tenerla. Sobre todo cuando tengo... -se calló de repente-. Bueno, otras cosas que hacer.


Y entonces se puso a leer.


Pedro tomó su refresco y volvió al salón. A la puerta, vió dos caras conocidas; las de Marcos y Catalina. Después de pasar días viendo a extraños y a vecinos asomándose a las ventanas, le dió alegría ver a su gemelo y a su sobrina. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario