-Hola hijos soy Alicia Chaves. ¿Estas aquí para llevarte la casa rodante?-le pregunto sin perder un punto.
-Si.
Dejó de tejer y una mano nudosa le dió unas palmadas en la suya.
-Buena suerte querido , esbozó una sonrisa agradable, Pero Luis y yo planeamos llevárnosla. Queremos ir a Florida, sabes, sonrió otra vez mostrando su dentadura postiza. Y no pensamos perder.
Pedro también le sonrió.
-Ni yo tampoco.
Su sonrisa se desvaneció , retiro la mano y continuó tejiendo. Clic,clac,clic,clac.., Sin duda haciendo un lazo para echárselo al cuello a cualquiera que intentara durar mas que Luis y ella. A sus espaldas, se oyó una palabrota muy impropia de una señorita.
-Tengo veintiuno, dijo.
Pedro se volvió y vió a Paula.
-No creo que los aparentes.
Se había recogido la melena lisa con una cola de caballo un estilo juvenil que complementaba con una piel tersa y aterciopelada. Tenia los ojos brillantes, de un tono intenso como el de las esmeraldas y una boca generosa que jamás la había visto sin carmín rojo , Una boca que parecía pedir a gritos que la besaran a todos los hombres excepto a Pedro, que jamás había sido su tipo. Era una de las mujeres más altas que conocía, esbelta y atlética, y dada a vestir vaqueros rosa fucsia y camisetas que nunca le cubrían el ombligo. Benditos los diseñadores que nunca pensaban en las personas que tenían el cuerpo largo. Atisbar aquel pedazo de piel blanca y sedosa podría convertirse en su pasatiempo favorito. Remataban el atuendo unas botas de tacón alto. Paula, que no pareció apreciar su mirada lasciva, lo miró con evidente indignación.
-No he dicho que tenga veintiuno, sino que tengo el número veintiuno. Ya no podré montarme en la caravana.
-Vaya, qué fácil ha sido ganar la apuesta.
Miró a Paula, cuya expresión ceñuda se había intensificado.
-Aún no ha terminado dijo-. Algunas de estas personas tal vez hayan venido a acompañar a los concursantes.
Dejó su maletón en el suelo y se sentó al lado de Pedro.
-¿Pero qué llevas ahí? ¿Ropa para un año o para tres días?
-Prefiero venir preparada que enterarme a los dos días de que no tengo desodorante. Tal vez esté aquí más de tres días.
Pedro se inclinó y le susurró al oído:
-Si quieres durar más que Luis y su chica, estos de aquí a mi lado, tal vez tengas que pasar semanas aquí. Ella tiene mucho que tejer.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Paula.
-Estoy preparada -arqueó una ceja mientras señalaba su bolsa de gimnasia-. ¿Y tú?
-Viajo ligero de equipaje.
-Entonces vete de aquí y cédeme tu puesto.
-Paula, cariño, pareces casi desesperada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario