miércoles, 25 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 54

Al ver que no terminaba, Paula lo hizo por él.


-Mientras él se caía al agua helada.


-Sí -Pedro suspiró-. En el centro del estanque el hielo no estaba del todo duro. Kevin estaba hundiéndose y yo deseé no haberlo empujado.


-¿Entonces lo sacaste?


Él sacudió la cabeza.


-Fui a hacerlo, pero Kevin no dejaba de insultarme por haberlo empujado. Me dijo que podía salir solo. El hielo empezó a rajarse bajo mis pies cuando él se agarró al borde, así que... -la voz de Pedro se fue apagando.


Aquellas palabras eran difíciles de pronunciar, pues reconocería el error tan grande que había cometido.


-Así que eché a correr.


-¿Te marchaste? -preguntó Paula con sorpresa.


Él se volvió y la miró.


-Te lo dije, no soy ese semidiós por el que me tiene la gente. Sólo soy un tipo que tuvo suerte un par de veces en la vida.


-¿Y cómo salió Kevin del agua?


-Lo saqué yo. Eché a correr pero no llegué lejos. Enseguida volví y ví que se había hundido, pero el pobre salió de nuevo y estaba llorando. Le saqué con mi palo de jockey. Después juro que jamás he corrido tan deprisa como aquel día. El hielo se iba rajando bajo nuestros pies.


-¿Pero por qué no se enteró nadie de eso?


-Kevin y yo hicimos un trato. El era mayor, ya sabes, y tenía fama de ser duro. Lo que menos deseaba era que nadie supiera que había llorado como un bebé cuando se había caído al agua. Yo tampoco quería que nadie se enterara de que había echado a correr, de modo que nos inventamos nuestra propia versión.


-¿Y desde entonces habéis mantenido el pacto?


Pedro asintió.


-Para ser sinceros, ojala no hubiéramos mentido.


-¿Por qué?


-La gente se ha pasado toda la vida llamándome héroe. Mercy es una ciudad pequeña, y la gente nunca olvida lo que has hecho, ya sea bueno o malo -sacudió la cabeza-. Pero nunca fui un héroe. Nunca quise serlo. 


-Pero nunca corregiste a la gente. Nunca les dijiste que dejaran de tratarte con deferencia. 


Paula volvía a tener razón. Había dejado que la historia se exagerara, que sus admiradores fueran parte de su vida diaria. Siempre había tenido miedo, y lo seguía teniendo, de no poder hacer las cosas él solo.


-Es cierto -se pasó la mano por la cabeza mientras se enfrentaba a unas cuantas verdades sobre sí mismo-. No te voy a mentir, Paula.


Cuando eres adolescente uno busca esa clase de atención. Cuando llegué al instituto la historia era tan conocida que podría haber robado el coche del director y haberlo empotrado contra la entrada, y la gente habría dicho que sólo estaba intentando rescatar a un gato. De ese modo, nunca tuve que esforzarme demasiado. Me daban sobresalientes porque los profesores pensaban que valía para ir a la universidad. Mi vida era fácil. No iba a protestar si la gente me daba la mano continuamente. Marcos había trabajado para conseguir todo lo que había logrado. Con el conocimiento que daban los años, Pedro se daba cuenta de que envidiaba eso en su hermano. 

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