lunes, 16 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 31

En lugar de eso la había hipotecado hasta la saciedad, y se había gastado el dinero en alcohol y apuestas perdedoras. Siempre había pensado que podría contar con la casa, pero cuando Alberto había muerto en junio y se la había dejado totalmente hipotecada, se había visto obligada a venderla para pagar las deudas y a utilizar sus ahorros para terminar de saldarlas. Sólo habían quedado unas cuantas cajas y un sofá usado y maloliente. No le había contado ni a su padre ni a nadie que la caravana era su única oportunidad. Su coche no aguantaría el viaje hasta el otro extremo del país. Después de pagar las deudas de Alberto, tenía aún menos dinero que antes. Y necesitaba cada centavo para costear su nueva vida y hacer la mudanza. Podría quedarse en un camping para caravanas hasta que encontrara un empleo y un sitio donde vivir. Tenía suficiente ahorrado para pagar los primeros meses de alquiler de un apartamento además de un remolque que le llevara el coche, pero no mucho más. Paula se dijo que el fracaso no era una opción. De nuevo volvió aquella idea insidiosa de que tal vez ese concurso no fuera la solución. ¿Y si no funcionaba? ¿Y si fracasaba? ¿Y, peor aún, y si no estaba lista para aquel cambio como pensaba ella? El ambiente clausurado de la caravana debía de estar afectándola, pensaba Paula mientras se guardaba el teléfono en el bolsillo y miraba a su alrededor. Los otros estaban sentados delante de la tele como estatuas de piedra. De algún modo conseguiría echarlos a todos. Incluso aunque tuviera que recurrir a medidas desesperadas.



"Marcos, Cuando vengas la próxima vez, trae unas galletas de manteca de cacahuete de mamá. Me he dado cuenta de que son un modo estupendo de hacer chantaje para utilizar el baño. Es el quinto día que estamos aquí y la tensión se palpa en el ambiente. He pasado la mayor parte del tiempo con los manuales. He terminado uno y empezado el segundo. Sólo de pensar en hacer otro me muero de aburrimiento, pero necesito el trabajo. Te veré después. ¡No te olvides de las galletas! Pedro". Firmó y empezó a trabajar en el siguiente manual. Había amasado unos cuantos miles de dólares en las últimas semanas. Pero necesitaba más; mucho más. Con la venta de la caravana tendría suficiente para reabrir el negocio. A lo mejor entonces conseguiría que Marcos volviera al trabajo, y así los dos tendrían algo en qué pensar aparte del pasado. Y a lo mejor así podría también sentir que estaba consiguiendo hacer algo bueno con su vida. El negocio había sido idea de Marcos, una que Pedro había apoyado con entusiasmo. Siempre habían hecho todo juntos; en el instituto, en la facultad, en las citas. Y así, cuando Marcos le ofreció asociarse, lo había aceptado de buen grado. Aún no había encontrado la vocación de su vida, lo que lo empujaría a levantarse por la mañana, a alcanzar su propia estrella. Así que cuando le había hecho la oferta, él la había aceptado. Y después lo estropeó todo. En ese momento rectificar su error era su primer objetivo. Después de eso, ¿Quién sabría? Vió el rostro de Paula en su mente y se preguntó si podría convencerla de que había cambiado, de que seguía cambiando, de que quería encontrarse a sí mismo y su lugar en la vida. 

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