lunes, 9 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 16

 -Estamos cuidando de él -le dijo Yanina-. No está en el hospital, está en su casa. Eso es muy bueno.


-Lo sé. Y agradezco mucho lo que están haciendo. 


Paula oyó las toses de su padre de fondo. Entonces volvió a ponerse al teléfono, algo más cansado ya. -Supongo que tengo que colgar. Hablar me cansa. Agarró el teléfono con más fuerza, como si pudiera abrazarlo a él a través de la conexión inalámbrica. Dios, cuánto deseaba estar allí, ayudarlo a pasar aquel mal trago.


-Lo sé, papá. Cuídate. Pronto estaré ahí.


-¿Vamos a... -hizo una pausa para tomar aire- tomarnos esas vacaciones... Cuando vengas?


Paula se mordió el labio. 


-Por supuesto, papá.


Cerró los ojos y colgó el teléfono mucho después de decir adiós. Una lágrima le corrió por la cara, y después otra, hasta que el estrés dió paso a los sollozos. Ella, que nunca había llorado tanto en su vida como lo había hecho en los últimos cuatro meses.


-¿Paula? ¿Estás bien? -Pedro había entrado al baño y ella ni siquiera se había dado cuenta; debía de haber olvidado echar el cerrojo-. Llamé a la puerta, pero no me contestaste, y entonces te oí...


Ella se limpió las lágrimas y lo miró.


-Estoy bien. Sólo estaba mirando el cielo por la claraboya -alzó la vista y vió dos focos del techo del centro comercial-. Sí. Es una vista estupenda.


-Pareces disgustada. ¿Ocurre algo?


-No. Nada de nada.


Se metió el teléfono en el bolsillo trasero de los vaqueros y salió de la ducha. Él le echó el alto antes de que ella pudiera pasar. Un latigazo de calor le recorrió el brazo cuando la tocó. Debían de ser los nervios.


-Espera, no salgas aún.


-¿Por qué no? 


-Están ahí los del equipo de televisión. En cuanto aparecieron, se largaron otras tres personas más. Se han marchado esas otras dos mamás; menos mal porque sus teléfonos no han dejado de sonar todo el tiempo. Y después se marchó Francisco, diciendo que con tanto lío no podía dormir una siesta a gusto. Así que ahora somos doce.


Once personas para conseguir la caravana. Algunos de ellos, como Alicia, parecía como si quisieran quedarse allí eternamente. Paula Chaves no tenía tanto tiempo. Necesitaba ganarla y ponerse en camino hacia California antes de acobardarse y acabar en el salón de Flor el resto de su vida. Necesitaba aquel cambio, tomar su propio rumbo. Y necesitaba ver a su padre, pasar tiempo con él y empezar a recuperar los años que habían perdido. Las dudas regresaron de nuevo. ¿Podría empezar de nuevo? ¿Tendría agallas para tirarlo todo por la borda por algo desconocido? De un modo u otro, sin la caravana le sería imposible hacerlo. No había demasiadas opciones.


-Tal vez quieras poner otra cara antes de salir -le estaba diciendo Pedro-. El reportero quiere entrevistar a todo el mundo, saber por qué estamos aquí, cuál es la estrategia de cada uno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario