miércoles, 25 de mayo de 2022

Enfrentados: Capítulo 53

 -Vamos, todo el mundo se sabe algún cuento. ¿Qué te contaba tu madre cuando te acostabas?


-No me contaba nada. Cuando yo era pequeña estaba enferma. En cuanto me hice mayor, me iba sola a la cama.


-Y Alberto no creo que se supiera ninguno.


-Bueno, contaba historias. Pero de las que uno oiría en un burdel.


Pedro se echó a reír.


-No ha sido una figura de padre que digamos.


Ella resopló. 


-Ni lo sueñes -dobló el almohadón para tener la cabeza más alta; en la oscuridad, sólo parecían existir ellos dos, de modo que se olvidó de Nancy, de su determinación de mantenerse alejada de él-. ¿Puedo preguntarte una cosa?


-Dime.


-¿Por qué estás aquí? Quiero decir, no creo que sea para irte a Disneylandia.


Él permaneció tanto rato en silencio que Paula se preguntó si s habría dormido. El tic tac del reloj de la cocina marcaba el paso de los segundos con rotundidad.


-Porque metí la pata hasta el fondo y necesito enmendar mi error.


-Vamos, Pedro, tú nunca has metido la pata. Siempre has sido el niño bonito.


Él se colocó las manos detrás de la cabeza.


-No me conoces tan bien, Paula.


-Claro que sí. Has ganado siempre que te has presentado a algo. Becas, premios, trofeos. Desde que rescataste a ese chico has sido como el rey Midas.


Pedro se pasó la mano por la cara y suspiró.


-Yo no... -tragó saliva-. Yo no rescaté a Kevin.


-¿A qué te refieres? Salió en todos los periódicos. El niño de once años estaba patinando en un estanque helado cuando se partió el hielo. Tú estabas ahí y lo sacaste, aunque eras un año más pequeño que él.


Pedro cerró los ojos y volvió al pasado.


-Me encontré con Kevin Higgins cuando llegué al estanque detrás de la Granja Emery. Pocas personas lo conocían porque estaba muy lejos de la carretera. Yo lo descubrí en verano cuando estaba buscando una rana para metérsela a mi hermana en la cama. 


-¿Le metiste una rana a tu hermana en la cama?


Pedro se echó a reír.


-Esa es la misión de todo hermano; torturar a su hermana pequeña.


-Debió de ser estupendo -Paula suspiró largamente.


-¿Estupendo? ¿Tener una rana en la cama?


-No. Tener un hermano -le sonrió con amargura-. Ya sabes que soy hija única.


Pedro no dijo nada, sabiendo que la condición de semiorfandad de Paula era un tema doloroso para ella.


-A Luciana nunca le pareció tan estupendo, pero supongo que ha cambiado de opinión, porque se ha casado y tiene dos hijos.


-Me alegro por ella -hizo una pausa-. Lo siento. ¿Por dónde ibas?


-Bueno, cuando llegué al estanque helado y ví. a Kevin allí, me enfadé mucho -como estaban a oscuras, le sería mucho más fácil confesarse con Paula-. Kevin y yo nunca nos habíamos llevado bien; de modo que él era la última persona que me apetecía ver - dijo-. Me quitó mi palo de jockey nuevo y se lo llevó antes de que me diera tiempo a ponerme los patines. Yo eché a correr tras de él y empezamos a pelearnos. Lo empujé con fuerza y me agarré al palo de jockey mientras él... 

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