miércoles, 7 de abril de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 58

Se besaron. Y no un casto arrumaco en la mejilla, sino un beso. Avergonzado de estar espiándoles, se apartó de la ventana. Pero ya era tarde. Estaba sorprendido por lo que acababa de ver. Y muy molesto. Después de haberle sermoneado por no haber acudido al funeral, ¿Cómo había sido capaz de superarlo tan fácilmente y empezar una nueva relación como si su esposa nunca hubiera existido? Entonces, recordó la conversación con Paula, la extraña manera en que había hablado de su padre, y comprendió que ella lo sabía. Y no se lo había dicho. Se sintió traicionado. Guardaría ese sentimiento para la siguiente ocasión en que ella le pidiera que le revelara sus secretos. ¿Por qué había de sorprenderse? Así eran todas las personas. Antes o después, todo el mundo decepcionaba a todo el mundo. Era él quien había sido un estúpido al pensar que podía confiarle a Sophie sus secretos más íntimos, toda su vida. Y dió gracias a Dios por no haber sucumbido a la tentación de hacerlo aquella noche.  Sintió la necesidad de escapar de todo aquello. De huir lo más lejos posible. Había adoptado la postura de un luchador y había retado al mundo a vencerle. Los militares habían aprovechado ese carácter para convertirle en un guerrero dispuesto para el combate.  Le habían preparado para enfrentarse a todo.  Menos a aquello. Nunca había entrado en los dominios del corazón. Paula había dado en el clavo. Él siempre había hallado seguridad en el peligro. El riesgo le había servido para luchar físicamente contra las adversidades mientras evitaba mirar en su interior. Y, ahora, tenía la sensación de estar en el borde de un precipicio mucho más peligroso que el Widow Maker. Se estaba enamorando de Paula. Y estaba sucediendo sin haberlo planeado, sin haberlo meditado. Era algo que estaba fuera de control. Y, en el mundo en que siempre había vivido, eso era una debilidad inaceptable. Y, entonces, tomó una decisión. Acabaría de arreglar los rosales de su madre. Ya que su padre parecía incapaz de hacerlo, él se encargaría de honrarla de ese modo. Después, hablaría con su padre acerca de su nueva relación sentimental. Y, una vez terminado todo, se iría. Su unidad estaba acuartelada en California. No había estado allí desde hacía muchos años, pero podría ir allí hasta que pensara en otra cosa. Sacó el móvil, que no había utilizado en toda la semana, y envió un mensaje de texto a su hermana.


 —Papá parece estar bien —empezó, y vaciló un momento.

 

¿Debía decirle que tenía una nueva amiga? No, eso era asunto de su padre y de nadie más. Le envió otro mensaje a su jefe. No podía quedarse allí un mes entero. No era seguro. Se había convertido en un lugar peligroso. Algo había sucedido. Se había enamorado de su ciudad natal. Y de Paula. Nunca podría volver. Nunca podría volver a vivir en un pueblo como aquél. Era igual que Sergio Horsenell. Ambos tenían algo que sobrepasaba a los pequeños lugares donde habían nacido. Y las chicas de pueblo no estaban preparadas para los hombres cínicos y desencantados como ellos. Estaba destrozado. Era como una máquina averiada imposible de ser reparada. Ni siquiera toda la inocencia, todo el cariño y todo el amor del mundo serían capaces. ¿Y qué pasa con la palabra que le había dado a Paula? Se había comprometido a ayudarla para hacer creer a todo el pueblo que eran novios. Tomó el calendario que tenía junto al cabecero de la su cama y lo miró. Sólo había una cosa más. La fiesta de compromiso de su ex novio. Tenía ganas de romperle las piernas a ese tipo, pero sabía que estaba fuera de lugar. Además, él siempre había sido un hombre de palabra. Sólo porque Paula le hubiera ocultado las nuevas aventuras de su padre, no iba a abandonarla a su suerte. No. Bruno Lancaster nunca habría hecho lo más honorable. Y volver, después de cuatro años fingiendo ser otra persona, era comportarse con honor e integridad. Tenía que hacerlo, aunque le doliera. También le iba a doler a Paula, ya que estaba dispuesto a evitar cualquier contacto con ella hasta el día de la fiesta. Era lo mejor para ella. Si seguía comportándose como lo había hecho hasta ese momento, la relación entre ellos se iría profundizando y la ruptura sería mucho más dolorosa. No. Era mejor alejarse en aquel momento. Aunque a ella le doliera. Era por su bien.

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