viernes, 2 de abril de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 50

Cuando volvió la camarera con la gran copa de helado, hundió la cuchara dentro, tomó la cereza del copete y se la acercó a ella a la boca. Paula sintió una extraña sensación adueñándose de ella y adivinó en seguida que tenía mucho que ver con ese «algo» que tanto había echado de menos. Lo que no esperaba era que ese «algo» pudiera ser tan fuerte, como para sentirse como si hubiera recibido un mazazo en el estómago. 


No salió de Maynard caminando. Salió flotando en una nube. Y continuó flotando todo el fin de semana, ayudándole al día siguiente en el jardín con las rosas de su madre y charlando con él por la noche en el porche de su casa. Hablaron de cosas sin importancia: De sus recuerdos de viejos conocidos, de las noticias que aparecían ese día en los periódicos, de los planes que él tenía para regenerar los rosales y de lo que ella hacía en el trabajo. Y hablaron de cosas importantes: De cómo la relación de él con su padre parecía ir mejorando día a día, y de cómo estaba cada vez más convencido de que su padre podía llevar una vida independiente sin la ayuda de nadie. A Paula le gustaba mucho ver el cariño y el respeto con que Pedro hablaba de su padre. Se sintió, sin embargo, un poco culpable al comprobar que él no estaba al tanto de la estrecha relación que había entre su padre y su abuela, que iba por supuesto mucho más allá de una simple amistad, como él imaginaba, pero supuso que, ahora que padre e hijo comenzaban a entenderse, el doctor Alfonso le pondría pronto al corriente de todo.

 

Era una tarde espléndida de domingo. Lucía un sol radiante. Era una ocasión ideal para ir a Blue Rock, tal como ella había establecido en su programa. Pero albergaba una duda que le inquietaba: ¿Esa idea era sólo una parte más de su plan para hacer ver a toda la ciudad que ella ya no sentía nada por Franco Harrison? ¿O era algo nuevo, más profundo, completamente distinto y mucho más emocionante? ¿Y Pedro? ¿Sentiría él también lo mismo?  No estaba muy convencida de ello. Él parecía muy seguro de sí mismo y podía rechazar su plan con aparente indiferencia. En público, se mostraba encantador y romántico, pero en privado seguía asumiendo su papel de hermano mayor. Pero, aun así, ella no podía dejar de recordar la sensación tan agradable de haber estado hablando tranquilamente con él de tantas cosas, como si hubiera vuelto por fin a casa, al lugar que le pertenecía después de su larga ausencia.  Pero ese día, en Blue Rock, cuando estuviesen los dos solos, estaba decidida a hacerle ver algo que él no podría olvidar tan fácilmente. Iba con una camiseta sin mangas muy amplia y desgarbada, pero debajo llevaba puesto el biquini más diminuto que permitiría la ley.  Confiaba plenamente en el éxito de su plan. Sabía que la relación entre Pedro Alfonso y Paula Chaves estaba ya en boca de toda la ciudad. Ahora era otro su objetivo. Ahora sólo quería que él se diese cuenta de que había crecido. Sólo quería que la viese como una mujer. 

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