viernes, 23 de abril de 2021

Inevitable: Capítulo 17

Al recordar las palabras de Pedro, cuando le había prometido que llamaría pronto, se sintió ridícula y patética por habérselo creído. De acuerdo, solo habían pasado dos días. Pero a ella le estaban empezando a parecer una eternidad. ¿Sería Pedro una de esas personas que no acostumbraban a cumplir sus promesas? El tiempo lo diría, pero esperaba que no, por el bien de Ignacio.


–A tu maestra le gustó el trabajo que hiciste del libro –comentó ella, parando la pelota.


–Eso creo.


–Te ha puesto sobresaliente.


–¿Estás segura de que no ha llamado? –preguntó Ignacio, ignorándola.


No había dejado de preguntarle lo mismo durante las últimas cuarenta y ocho horas.


–Llevo el móvil aquí mismo –indicó ella, dándose una palmadita en el bolsillo del pantalón.


–¿Has comprobado si tienes mensajes?


–Sí.


Lo había comprobado muchas veces. Y no tenía ningún mensaje de Pedro. Ni de nadie. No había hecho muchos amigos en Chicago y los que había tenido en Wicksburg habían seguido siendo amigos de su ex marido cuando ella se había ido. Por eso, había perdido las ganas de quedar con ellos. Además, odiaba la forma en que la miraban, como si le tuvieran lástima.


–Solo han pasado dos días.


–Parece una eternidad.


–Lo sé –admitió ella.  Cada vez que sonaba el teléfono, se llenaba de nervios, pensando que podía ser Pedro. Y no le gustaba que le pasara eso con ningún hombre, aunque esperara que la llamara para darle noticias sobre el entrenador de su sobrino–. Pero las cosas buenas requieren su tiempo.


Ignacio le dió una patada al balón.


–Eso dicen mis padres. Intento tener paciencia, pero me cuesta.


–Sé que es difícil. Tenemos que darle su tiempo a Pedro.


Ignacio asintió. Paula rezó para que Pedro llamara. No quería que el niño se desilusionara como le había pasado a ella tantas veces. Sobre todo, porque solo tenía nueve años y sus padres estaban al otro lado del océano.


–Igual Pedro se ha olvidado.


–Dale el beneficio de la duda –sugirió ella, corriendo detrás del balón.


Ignacio no dijo nada.


–Tu padre quiere ver vídeos de tus jugadas –señaló Paula, tratando de hacerle pensar en otra cosa–. Está deseando saber cómo le va a vuestro equipo esta temporada.


Cuando el balón llegó a Ignacio, el niño lo tocó dos veces con el pie antes de lanzarlo de nuevo.


–La próxima vez, solo un toque con el pie –aconsejó ella.


–Eso dice mi padre –repuso el niño con sorpresa.

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