lunes, 12 de abril de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 66

Esa elección le había cambiado. Le había convertido en un hombre que no podía aceptar el amor por el alto precio que tendrían que pagar aquéllos que le amaran. Lo había comprobado en el aliviado rostro de su padre al mentirle sobre su verdadero destino. Como bien le había escrito Sergio a Leticia, sería mucho mejor para Paula encontrar un hombre que no estuviera perseguido por las cosas que había hecho, un hombre que no hubiera conocido otra cosa más que Sugar Maple Grove. Él había despreciado a Franco Hamilton, pero ¿Y si era exactamente la clase de hombre que Paula necesitaba? Pero, cuando pensaba en las cosas que le había dicho la última noche, se odió a sí mismo. No podía seguir pensando en ello. Tenía que dejar atrás todo lo que había pasado. Ningún remordimiento. Ninguna duda. Nada. Cuando llamara a su padre por teléfono, no le preguntaría por ella. No buscaría en Internet su nombre. Pero, a pesar de su firme resolución, le pasaba lo mismo que al soldado Horsenell. Necesitaba que ella supiera que ella no era el problema. Decidió tener un último contacto con ella. No sería en persona. Ni siquiera la llamaría por teléfono. Pero ella comprendería que el problema nunca había sido ella. Al fin y al cabo, aquellas cartas no le pertenecían. Eran parte de la historia del pueblo. Cuando ella las leyera, lo entendería. Él era un guerrero. No podía ir a casa. Al final, no pudo resistir la tentación de enviarle algo más que el paquete con las cartas. Llamó por teléfono a la galería de arte de Sugar Maple Grove, la que estaba en Main Street, y encargó un cuadro. Un cuadro que representara una barca roja desvencijada atada con un cabo a un muelle. Cuando le envió las cartas, no se sintió como un guerrero, sino como un hombre débil. Como el hombre más solitario del planeta. Fue entonces cuando lo comprendió todo. Amaba a Paula. Lo suficiente como para protegerla de lo más terrible que podría pasarle en el mundo, en aquel apacible pueblo donde todo era tranquilo y seguro. Amarle a él.

 


Horas después, su teléfono sonó. Un grupo terrorista había hecho rehenes en el piso treinta y uno de un hotel de lujo en el otro lado del mundo. Estaba teniendo una gran repercusión internacional, de modo que su jefe pensó en enviarle a él. Sabía que sería un peligro si la prensa le sacaba una foto, pero necesitaba a alguien capaz de escalar con facilidad hasta la planta treinta y uno del hotel, y él era el más indicado. A Pedro no pareció preocuparle el tema de la prensa. Tenía que hacer ese trabajo. Y tenía que ser realista. Algunos de los rehenes no podrían sobrevivir al rescate. Quizá él tampoco. Nunca, nunca podría permitirse vivir con Paula para que tuviera que vivir situaciones como ésa. 

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