miércoles, 7 de abril de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 60

 —¿Perdón?


 —La ruptura —repitió él—. Dado que me voy a ir para no volver, si no aparentamos una ruptura, los demás creerán que han vuelto a dejarte y no mejorará la imagen que estás intentando cambiar. 


—¿Te vas a ir?

 

—Sí.

 

—¿Pero no ibas a quedarte un mes?


 —Paula, los que tenemos este tipo de trabajo nunca podemos estar seguros de cuánto tiempo estaremos en un sitio —dijo él con frialdad.

 

—¿Y no vas a volver?


Pedro la miró unos instantes y después volvió a concentrarse en el volante sin decir nada. Paula entendió su silencio como una afirmación. Él no iba a volver. ¿Por qué se sentía tan afectada? ¿Acaso no había sido todo un juego? Entonces comprendió la verdad. Le amaba tanto como a los quince años. Y, cuando se fuera, volvería a quedarse tan destrozada como entonces. Sólo le quedaba una pequeña oportunidad para demostrarle que aquel lugar valía la pena. Que ella valía la pena.

 

—No tiene por qué ser una ruptura pública —dijo ella mirando por la ventanilla—. Puedo fingir que seguimos hablando por teléfono y por correo electrónico, y luego dejar que el asunto se vaya olvidando poco a poco.


 —Como quieras, pero asegúrate de que todos crean que has sido tú las que has decidido cortar la relación —dijo él—. Puedes decirles que mi trabajo es demasiado exigente para una mujer que quiere las cosas que quieres tú.


 —¿Qué crees que quiero yo?

 

—Está muy claro. Una pequeña casa como ésa de ahí —dijo señalando con la cabeza una casita a la derecha de la calle con un jardín y un columpio.

 

—Triciclos, juguetes, un marido que esté en casa por la noche, picnics, comidas familiares los domingos. La clase de vida que todo el mundo tiene en Sugar Maple Grove.

 

—¿Es que tú nunca vas a sentar la cabeza? ¿Que tú nunca querrás también esas cosas? 


-Mi trabajo destruye cualquier tipo relación —dijo con solemnidad—. Lo he visto muchas veces. No es justo pedirle a alguien que viva con esa clase de incertidumbre, con un riesgo constante.

 

—Debes de sentirte muy solo.

 

—Yo no estoy solo —dijo él, pero algo en la forma en que lo dijo le hizo pensar a Paula que ésa era la verdad, estaba completamente solo.

 

Pero ella ya había hecho todo lo que había podido para salvarlo de su solitario mundo. Por unos días, había creído que sería capaz. Pero, en ese momento, mirándole, se dió cuenta de que no tenía nada que hacer. Pedro ya había tomado una decisión y Sugar Maple Grove no formaba parte de ella. Y ella tampoco. Pero, a pesar del dolor que sentía, había aprendido algo importante. Dos semanas en compañía de Pedro Alfonso habían hecho que Franco le pareciera un hombre de cartón piedra, un hombre al que ella había recurrido para hacerse la ilusión de estar viviendo una relación como todos los demás, cuando, en realidad, sólo había sido una imitación barata. 


Siguiendo sus indicaciones, Pedro salió del pueblo y siguió una carretera sinuosa hasta llegar a la impresionante entrada de la casa de los Harrison. 

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