lunes, 5 de abril de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 51

Ella veía que él estaba empezando poco a poco a disfrutar de los encantos de la ciudad que un día había dejado atrás. Pero ¿Entraba ella a formar parte también de ese poder de seducción? Pasó a recogerla en un viejo jeep que parecía una reliquia de la Segunda Guerra Mundial.

 

—¿Qué has hecho con tu coche?

 

—Lo cambié por éste que me gusta más. Es mucho mejor para cargar viejos botes de pesca.

 

¿Significaba eso que estaba pensando ir otra vez de pesca? ¿Estaba planeando algo con ella? La forma con que la miraba y su sonrisa tenían algo de misterioso. Se subió al vehículo. No tenía casi pintura en la chapa y los asientos de cuero estaban medio rotos. Pero había algo maravilloso en todo ello.

 

—Me gusta —dijo ella—. Muy a lo Indiana Jones.


Él la miró pensativo un buen rato y luego movió la cabeza a los lados con gesto de incredulidad.

 

—¿Lo dices en serio?

 

—Claro que sí. Me parece mucho más apropiado para ti que el otro.


No se tardaba gran cosa en llegar a Blue Rock. Estaba en un cañón del Blue River, donde el río se remansaba formando un embalse de aguas profundas que adquirían un tono verdoso tan hermoso como las esmeraldas. Blue Rock era una plataforma rocosa que se extendía a modo de cornisa por encima de aquel remanso, permitiendo tirarse al agua desde una altura de poco más de cinco metros. Había otras plataformas más escarpadas que se elevaban por encima de Blue Rock, entre ellas la célebre Widow Maker. Más de la mitad de la ciudad había ido allí para refrescarse en aquel caluroso domingo. Nada más llegar, Paula extendió en el suelo la toalla, consciente del interés que su presencia había despertado. Los rumores sobre su nueva relación estaban empezando ya a circular.  Se imaginó que más de uno se preguntaría qué hacía un chico como él con una chica como ella. Gracias a su padre, la gente tenía de él la imagen de un agente secreto. Gracias a su trabajo, la imagen que la gente tenía de ella era la de una simple bibliotecaria. ¡No podía haber una pareja más insólita en todo el mundo!  Pero Paula estaba dispuesta a demostrar que no era la chica que todos pensaban y a romper la imagen en que la habían encasillado desde su célebre éxito con Los encantos de una pequeña ciudad. Respiró hondo y se quitó la camiseta. Pero en vez de sentirse sensual y provocativa, se sintió de repente desnuda delante de todo el mundo.  Lejos de sentirse sensual y segura de sí misma, Sophie ni siquiera podía mirar a la cara a Pedro, que se había quedado tan mudo como las rocas que se alzaban a su alrededor.


 —Te echo una carrera —dijo con voz ahogada, y corrió a meterse en el agua fría en un intento de combatir el intenso calor que sentía en su interior.

 

El bañador, que ya de por sí era frágil, sujeto apenas por unos ligeros tirantes, estuvo a punto de soltarse. Pero, cuando intentó colocárselo, lo sintió extrañamente blando en la mano. 

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