viernes, 17 de abril de 2020

En Un Instante: Capítulo 33

David nunca había dejado de querer encontrar a los asesinos. Pedro sabía lo importante que era para su hermano, en parte, por el papel que tuvo la madre de Brenda en el delito. Por lo pocos cabos que habían conseguido atar, la pérfida suegra de David había dado información sobre el lugar a los ladrones de obras de arte que acabaron convirtiéndose en asesinos cuando los Alfonso los sorprendieron en la casa. Desgraciadamente, la investigación llegó a un punto muerto cuando Mónica dijo que no sabía quién más estaba implicado. Él sabía que a David le irritaba no haber podido interrogar más a esa mujer. Además, se había visto obligado a tener que aceptar que Monica quedara libre a cambio de que le concediera la custodia permanente de Gabi a Brenda. Dadas las circunstancias, él tenía que respetar la decisión que había tomado David, había preferido la futura felicidad de una niña inocente a su deseo casi incontenible de venganza. Seguramente, él habría hecho lo mismo. Sin embargo, aunque lamentaba profundamente la desesperación de su hermano por llevar doce años sin llegar a nada, no estaba dispuesto a permitir que acosara a Paula para buscar esas respuestas.

—Ella dijo que no lo sabe y quiero que lo dejes así —replicó él con firmeza.

—Podría saber más de lo que está contándonos. Incluso, podría saber más de lo que cree que sabe. Algunas veces, basta la pregunta acertada para obtener respuestas inesperadas.

 —Déjalo —le advirtió tajantemente.

 Su hermano sería el jefe de policía de Pine Gulch, pero él seguía considerándose el jefe cuando se trataba de algo relativo al rancho, y como Paula era su huésped, también era responsable de ella.

—No quiero que la atosigues por esto, ¿Me has oído? —siguió él—. Es una mujer buena que ha hecho algo increíblemente generoso al devolvernos el cuadro.

—Es posible que sea por el policía que llevo dentro, pero no me fío de ese altruismo injustificado.

—Es profesora de primaria, David —él resopló—. No es una especie de genio criminal. En serio, olvídate.

David puso cara de querer seguir discutiendo, pero acabó encogiéndose de hombros.

—Si tú solo quieres ver lo evidente, de acuerdo, lo olvidaré… por el momento.

—Muy bien. Ahora, cuéntame que han estado tramando Abril y Gabi.

 —Me supera. En mi casa todo el mundo parece tener secretos, hasta el espantoso perro de Gabi.

Él pensó que ya eran dos. Al parecer, había secretos para dar y tomar, y tenía la sensación de que no todos tenían que ver con sorpresas navideñas.

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