viernes, 10 de abril de 2020

En Un Instante: Capítulo 17

Miró a la niña del cuadro que tomaba una delicada flor entre las manos, como su porvenir, y no pudo evitar pensar en su hijita. Abril se había criado sin el amor de una madre, aunque, pensándolo bien, no había sido igual. Luciana había adoptado ese papel cuando Melina se marchó y lo había hecho admirablemente. Frunció el ceño y se preguntó por qué había pensado tanto en su ex esposa ese día. No había pensado tanto en ella desde hacía meses, desde que, a principios de primavera, contrató a un detective para que la buscara, por Abril. Como había sospechado durante todos esos años, el rastro era leve. El detective descubrió que Melina murió un año después de abandonarlos, en Italia, con su novio, y en un accidente de coche. No lloró, se limitó a meditar durante unos días sobre lo que había elegido neciamente y sobre una joven alocada que nunca había querido ser madre. Hacía mucho tiempo que había dejado de sentir dolor por su matrimonio frustrado, en ese tiempo, había acunado a su hija mientras lloraba o la había llevado al autobús el primer día de colegio. Echó de menos a su hija con todas sus fuerzas. La casa estaba demasiado silenciosa sin que ella viese algo en la televisión o hablase con Luciana. Llevado por un impulso, llamó a David. Su hermano contestó inmediatamente.

—¿Ya echas de menos a Abril? —bromeó su hermano.

—¿Ya? —se dejó caer sobre el respaldo por el cansancio—. Han pasado casi veinticuatro horas. La he echado de menos desde que te la llevaste. ¿No te pasa lo mismo con Gabi y Manuel?

Ese verano, Brenda, su esposa, había dado a luz a un niño maravilloso con unos ojos azules enormes y mucho pelo oscuro. Gabriela no era hija de David, era la hermana mucho menor de Brenda, pero la habían adoptado y la querían como si fuese su hija.

—Supongo que tienes razón. Lo pasé fatal en otoño, cuando se marchó de viaje con el colegio, y solo fueron cuatro noches.

—¿Están pasándoselo bien las niñas?

—No lo sé, he estado trabajando, pero sí sé que se han pasado todo el día haciendo cosas para Navidad.

 En ese momento, cuando ya había pasado todo el asunto de la boda, él también debería empezar a pensar en la Navidad, que estaba a tres días. Aunque no le entusiasmaban esas fiestas, como a ninguno de los hermanos, porque mataron a sus padres pocos días antes de la Navidad. Al menos, ninguno de ellos disfrutaba antes con esas fiestas. Parecía como si sus hermanos, al haber encontrado el amor y haber pasado página en sus vidas, hubiesen podido librarse de esos fantasmas y acogieran las fiestas otra vez. Luciana, incluso, había elegido ese fin de semana para casarse y había dicho que quería ser capaz de celebrar las fiestas y no seguir afligiéndose.  Mientras hablaba con su hermano, miró la pintura de la niña que tenía enfrente.

—Me han contado que has tenido un día muy emocionante en el rancho.

—¿De verdad?

—Capté la llamada a la ambulancia e Iván me ha contado lo que ha pasado. ¿Has intentado matar a la limpiadora que habías contratado?

Él no quería contarle la historia, pero se dio cuenta de que no había llamado a su hermano solo para hablar con su hija, sino que también quería saber la opinión de David sobre la situación.

—Paula no es la limpiadora que había contratado. Resulta que ha sido un caso de confusión de identidades. Cuando se presentó esta mañana, me precipité y dí por supuesto que era la limpiadora. Sin embargo, no lo era. Cando vió el desorden, decidió ayudarme y acabó lesionándose.

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