lunes, 5 de febrero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 71

 —No te preocupes. Puedes intentarlo más tarde —dijo él. 


Y tomándola del brazo, la llevó hasta el mismo sitio en el que habían celebrado un picnic con anterioridad. Al ver la misma manta extendida sobre la hierba y la misma cesta con provisiones, Paula tuvo el impulso de salir corriendo.


—¿Te importa sentarte conmigo unos minutos? —preguntó Pedro.


«Me sentaría contigo el resto de mi vida, pero no creo que quieras que me quede tanto tiempo». En lugar de contestar, Paula ocupó una de las esquinas de la manta asumiendo que Pedro se sentaría en la opuesta, pero él apartó la cesta y se sentó junto a ella.


—Yo no tengo una relación tan estrecha con mis madrastras como tú con tus hermanas —empezó. Luego hizo una pausa—. En parte, porque tras asumir que me habían abandonado, erigí un muro a mi alrededor para impedir que se me acercaran.


—Te quieren mucho —dijo Paula precipitadamente. Quería que Pedro fuera feliz y llegara a formar una familia, aunque ella no pudiera proporcionársela—. ¿Ha pasado algo?


—No. Bueno, sólo cosas buenas —Pedro carraspeó—. También yo las quiero. Después de reflexionar, me dí cuenta de que estaban aburridas, así que mantuvimos una pequeña reunión, igual que tú con tus hermanas, y encontramos una solución.


Paula se inclinó hacia él, expectante.


—¿Qué solución?


—Les he pedido que se ocupen de la obra social de la empresa —él se inclinó a su vez hacia Paula, de manera que sus rodillas se rozaron—. Están encantadas con la idea. Creo que lo van a hacer maravillosamente.


—¡Qué bien! Estoy segura de que les entusiasma la idea de poder estar cerca de tí y formar parte de tu vida.


Pedro agachó la cabeza con expresión de no haber concluido lo que quería decir.


—También he aprendido que había gente en la compañía que necesitaba que les diera más independencia para poder demostrar cuánto valían. He pasado demasiados años queriendo controlarlo todo.


—Proporciona seguridad… —dijo Paula en tono reflexivo. 


Ella lo sabía bien porque, a pesar de haberle animado tantas veces a delegar en otros, era consciente de que intentaba ejercer ese mismo tipo de control sobre su vida privada. Intentar dejarse llevar le había roto el corazón.


—Es más seguro, tienes razón —Pedro la miró fijamente—. Pero a veces hay que arriesgarse, hay que tomar decisiones aun sin saber cuál puede ser el resultado —estaba tan cerca de Paula que ésta podía sentir el calor de su aliento, y rezó para que su rostro no reflejara sus emociones. Continuó con voz ronca—: He cambiado mis hábitos de trabajo, pero no consigo sentirme libre.


—¿Y cómo esperas que te ayude? —a Paula le dolía amarlo, pero aún más saber que no era feliz—. Si quieres que trabaje contigo… —aunque le rompiera el corazón, lo haría.


Pedro le tomó la mano.


—Estoy actuando con mucha torpeza. Se ve que estoy nervioso.


—Tú nunca te pones nervioso, Pedro, ni siquiera cuando hay varios millones de dólares en juego.


—En este momento me juego algo mucho más importante —algo en el tono de él hizo que Paula se quedara paralizada. Pedro continuó—: Te necesito Pau. Necesito olvidar lo idiota que he sido dejándote marchar.


—¿Qué quieres decir? —Paula sintió que el corazón se le paraba antes de acelerársele. ¿Estaba pidiéndole un affaire? ¿Qué le contestaría?


Pero Grey no le dió tiempo a hacer más preguntas.


—Necesito que me des otra oportunidad para convencerte de que me ames. Mientras tanto yo te amaré por los dos. Por favor no te vayas… Nunca.


Paula no podía creerlo, debía de haberlo imaginado. ¿Cómo…?


—A tí te gusta tu trabajo y las mujeres sofisticadas. Yo ni siquiera se qué hacer con mi vida.


—Yo sólo te quiero a tí —dijo él, entrelazando sus dedos con los de ella—. Cuando te conocí, creía que quería vivir mi vida en soledad, sin las complicaciones que experimentó mi padre. Pero ahora sé que quiero ser feliz contigo. Te apoyaré en cualquier cosa que quieras hacer —tragó saliva y su rostro reflejó la vulnerabilidad que sentía.


—¿De verdad me amas? —¿Lo bastante como para cambiar de vida? ¿Tanto como para arrinconar sus miedos? 

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