lunes, 5 de febrero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 66

 —No me siento hija, pero sí sé qué soy. Soy hermana y cuñada, tía y amiga, empleada y dueña de un conejo. Eso es lo que soy. Y me alegro.


—Parece que llegamos tarde. Nuestra hermana ha dicho todo lo que era necesario decir.


Bella entró en la habitación, seguida de Carla.  ¿Qué hacían allí sus hermanas? Paula encontró la respuesta en la mirada de Pedro.


—Sé que querías hacer esto sola —dijo él, apretando los labios—, pero no podía consentirlo.


Paula sintió que el corazón se le hacía añicos. Aunque Pedro no le hiciera un hueco en su vida, era bueno y considerado. Sus padres daban explicaciones a Bella y a Carla, que los observaban con gesto enfadado. Finalmente, Bella alzó la mano para interrumpirles.


—Dejen su tarjeta. Mis hermanas y yo consideraremos su propuesta juntas, tal y como hemos hecho desde que nos abandonaron.


—No van a escuchar —dijo su padre, tomando del brazo a su mujer— . Ya encontraremos otra manera. Pensaba que serían más maduras.


Al pasar a su lado, la madre dejó la tarjeta en la mano de Bella. Ni siquiera se molestaron en despedirse antes de salir. Paula suspiró y cerró la puerta. Se produjo un profundo silencio en el que todos se miraron. Hasta que Bella dejó la tarjeta en una mesa, abrió los brazos y Paula corrió a refugiarse en ellos.


—Tenía que ocuparme yo, Bella —dijo entre sollozos—. Nunca he hecho mi parte. ¡Son horribles!


Carla abrazó a sus dos hermanas.


—Lloren, pero no derramen ni una lágrima por ellos. No las merecen —dijo Bella.


Las tres se secaron los ojos y se separaron.


—¿Puedo hacer algo? —preguntó Pedro. Y las chicas se volvieron hacia él.


Apretaba los puños y la mandíbula. Paula no pudo apartar la mirada de él, segura de que su oferta era sincera. ¡Lo amaba tanto…! Y él, hasta cierto punto, debía de amarla, al menos lo bastante como para desear protegerla. «Pero no es lo mismo, no te equivoques». 


—Ahora que se han marchado, podemos irnos —dijo por decir algo.


Bella sacudió la cabeza.


—Todavía no —se volvió hacia Pedro—. Gracias por llamamos. ¿Te importaría hacemos un té? Seguro que Pau tiene todo lo necesario en la cocina.


Pedro las miró alternativamente antes de ir a la cocina sin decir palabra. Bella tomó a Paula del brazo y la llevó al sofá. Carla ocupó una butaca a un lado. Al otro lado de Paula dejaron un sitio para Pedro.


—¿Por qué dices que nunca has hecho tu parte? ¿Qué te hace pensar eso? —preguntó Bella, mirándola con severidad al tiempo que le daba un abrazo.


—Era demasiado pequeña —siempre había echado en falta que le pidieran ayuda.


—Todas hicimos lo que pudimos —Bella le estrechó la mano y sus ojos se humedecieron. Pestañeó—. Yo trabajé porque era lo que podía hacer; Carla acabó sus estudios y luego encontró trabajo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario