lunes, 26 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 42

«Si acertara con los números de la lotería o me encontrara un maletín lleno de dinero en el patio trasero de mi casa».


Y entonces se dió cuenta. Pedro pensaba que lo que ella deseaba de un trabajo era la flexibilidad para poder casarse y tener hijos lo antes posible. ¡Qué equivocado estaba! ¿O tal vez no? Si su plan seguía adelante el final lógico sería una boda, una luna de miel y algún día, niños. Paula sintió que una ola cálida la invadía al imaginarse con alguien cariñoso y compatible con ella. Adoraba su trabajo pero la idea de una vida plena y una familia era deliciosa. Se detuvo de pronto. No se trataba de una charla inocente con Macarena ni tampoco estaba frente a un futuro marido estableciendo sus prioridades. Aquél era el hombre que terminaría en un futuro pagando sus cheques, si jugaba bien sus cartas. De pronto pensó si realmente estaría dispuesto a concederle el contrato de Alfonso a una mujer que deseaba formar una familia. Y por otro lado, ¿Estaba ella dispuesta a formarla si eso significaba renunciar a su preciado contrato con Alfonso? Ese contrato sería el colofón de su carrera, algo por lo que había estado luchando desde mucho antes de que la idea de encontrar marido entrara en su cabeza. Mas antes de poder abrir la boca para contradecirle, o tal vez prometerle que dejaría de buscar marido si era necesario para conseguir el contrato, el camarero llegó con la comida y tras él, Lara.


-¿Me han echado de menos? -preguntó Lara saltando por encima de las piernas de Paula y sentándose en su silla.


-Puedes jurarlo -dijo Pedro lanzándole una última e indescifrable mirada a Paula antes de empezar a comer.


Pedro permaneció fuera del restaurante mientras miraba cómo se alejaba el coche de Paula, sin apenas notar el viento helado que se colaba por el tejido ligero de su traje.


-Paula. Paula. Paula -susurró-, ¿Qué estarás pensando en esa cabeza tuya?


Se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta y sacó un chicle. A continuación echó a andar de vuelta a la oficina. El día no había ido exactamente como él había esperado. Cuando se había enterado de que tendría que ir él a la comida en lugar de su hermana, se había imaginado que Paula se alegraría de verlo y poder agradecerle la increíble oportunidad que le había dado. Y que después de flirtear un rato durante la comida pediría un taxi para ella que lo miraría emocionada agradeciendo la suerte de poder trabajar para él. Tenía que admitir que esto último podría considerarse un poco optimista pero a juzgar por el pánico en el rostro de la mujer había pensado que ésta iba a renunciar. Y eso era lo último que quería. Se había acostumbrado a la idea de estar cerca de ella.

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