Paula puso cara de incredulidad imaginándose a Macarena citando uno de sus libros esotéricos para justificar el incidente.
-No me encontró, Maca, más bien se chocó conmigo. Mira -y se señaló un arañazo en la pierna para que lo viera Lara.
-¿Y ése es el hombre con quien te vas a casar? -preguntó Lara.
-¡No! ¿Es que no se dan cuenta?
-¿De qué?
-Este incidente ha sido una revelación. Mi vida social consiste en asistir a los eventos que nosotras organizamos, pero, en vez de conocer hombres, conozco a «Personalidades masculinas». Ellos me confunden con una mujer atractiva, encantadora y segura de sí misma, pero nunca hay nada más detrás de las máscaras que llevan. El caballero de esta mañana era muy atractivo, pero también intransigente e indiferente; representaba todo lo que los hombres con los que he salido tienen en común, y no me gusta. Es una teoría infalible.
-Estoy confusa -dijo Lara-. Si no es con ese hombre, ¿Con quién te vas a casar?
-Ahí está el asunto: He decidido que Pablo lo busque para mí.
-¿Mi Pablo? -preguntó Macarena tras unos segundos en silencio.
-Claro. ¿No ves que es la única forma? Pablo trabaja en una gran empresa y tiene bajo sus órdenes a un montón de personal, hombres jóvenes muy escogidos, y también me conoce mejor que nadie a parte de vosotras. Será objetivo y encontrará a alguien que le guste para mí y así seremos todos amigos. Ya sabéis, ser vecinos, hacer barbacoas los domingos, salir de excursión al campo...
-Pero si tú odias el campo.
-No estoy bromeando, Maca. Vamos, no me digas que no te parece un plan perfecto.
-¿Y has pensado en todo esto después de darte un golpe en la calle con un hombre guapo y perfumado? -preguntó Macarena.
-Digamos que tal vez me entrara el sentido común cuando colisionamos.
-Lo que tienes es una conmoción, diría yo -murmuró Lara.
-Este tipo debe haber tenido algo para hacer que precisamente tú hables de matrimonio -dijo Macarena.
-¿Por qué precisamente yo?
-Vamos, Pau. Eres la mujer más independiente y organizada que conozco. Guardas un par de medias de todos los colores en el cajón de tu escritorio del despacho, por si acaso. Y aquí estás ahora -contestó Macarena-, dispuesta a poner el futuro de tu felicidad en manos de otro.
-Pablo no es cualquiera y lo sabes. Confío en él y en su buena elección.
-No puedo creer que estés hablando en serio -admitió Macarena-. De acuerdo. Ven a casa a cenar esta noche para que podamos liar a mi pobre e inconsciente marido.
-Gracias, Maca. Eres la mejor amiga del mundo.
-Espero que nunca lo olvides.
Cuando Macarena colgó, Lara se levantó de la silla y ya en la puerta del despacho se dió la vuelta hacia Paula.
-¿Te ayudó a recoger las cosas del suelo?
Paula retiró la vista de todos los proyectos pendientes sobre la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario