viernes, 2 de febrero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 63

 —El tobillo ha mejorado bastante y el fisioterapeuta dice que puedo reducir los ejercicios y hacer sólo aquéllos para los que no necesito ayuda —Pedro estaba en el salón. Paula había acudido al oírle llegar y se había ofrecido a ayudarle con la rehabilitación. Sostenía a Simba su regazo y lo acariciaba distraída.


—¡Qué buena noticia! En unos días te habrás recuperado completamente —comentó.


Pedro había esperado con ansiedad ese momento. No aguantaba que tuvieran que conducir por él ni estar limitado en sus movimientos. Quería estrechar a Paula con ambos brazos, pero eso ya no iba a pasar. Su mejoría implicaba la partida de ella.


—También me ha bajado la tensión y los demás marcadores que estaban altos.


Paula dejó a Simba en el suelo y dijo en tono impersonal:


—Gracias por contármelo. Supongo que estarás deseando volver al trabajo.


—Así es —dijo él. 


Sin embargo, el médico le había advertido que no podía retomar sus viejos hábitos. Se habían peleado hasta el punto de que Pedro había acabado disculpándose. El médico le sugirió que se replanteara su vida laboral y su actitud en general. «Prueba a confiar más en los que te rodean», había dicho. «Te sorprendería lo fácil que es encontrar un equilibrio entre el trabajo y el ocio». Pedro había reaccionado acudiendo a su oficina, donde había pasado tres horas hasta que Lucrecia pasó a recogerlo. De camino, había mencionado la posibilidad de hacer algún trabajo que le hiciera sentirse más satisfecha con su vida. Eso era lo que el médico quería de él. Que disfrutara de su trabajo sin dedicarle toda su energía. De hecho, al llegar al despacho para ponerse al día y recibir los últimos informes de su ayudante, hizo lo que sabía que Paula le habría recomendado: dar el visto bueno a todos. Había dejado la oficina sin haber leído todos los informes y ni siquiera estaba seguro de que le importaran. 


Paula vió pasar una sucesión de emociones contradictorias por el rostro de Pedro y supo que no podían seguir así. Lo mejor sería marcharse. Quizá por eso había cocinado y congelado comida para que él pudiera alimentarse aun cuando ella faltara. Ya no la necesitaba para los ejercicios y podía pasar parte del día en la oficina. Sus madrastras ansiaban ayudarle y aquél podía ser el momento perfecto para que empezaran a hacerlo.  El corazón le dolió al llegar a esa conclusión. Debía irse. Sería lo mejor para ambos.


—Las cosas han cambiado mucho en los últimos días. Creo que debería… —sonó su móvil y se disculpó al tomarlo—. Perdona, pero si son Bella o Carla, tengo que contestar—. Paula Chaves—dijo, apretando el botón.


—Menos mal que contestas —se trataba de su casera. Estaba tan nerviosa y angustiada que sus palabras salieron de su boca como un torrente, y Paula necesitó, unos segundos para comprender la gravedad de lo que le estaba contando. Pero lo comprendió. Pedro la miraba en tensión—. ¿Estás segura? No hemos sabido nada de ellos desde el día que se fueron. 

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