miércoles, 28 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 48

Paula no podía moverse. Allí estaba el hombre en su ambiente, lo que ella había deseado ver. Un hombre de más de metro noventa de estatura, con el pelo oscuro y un poco largo, unos ojos color avellana y unas largas pestañas. Un hombre dueño de una encantadora media sonrisa y unos cautivadores hoyuelos, vestido con unos pantalones suaves de color chocolate, un jersey fino que resaltaban sus músculos, un reloj de acero, de línea deportiva, y ninguna otra joya. Un hombre contento de pasar el viernes por la noche en casa en su cómodo sofá bebiendo un buen vino y escuchando jazz. Pedro caminó hacia ella y vió que iba descalzo. Paula mantuvo el maletín frente a ella a modo de escudo a medida que él se acercaba y una vez a su lado se inclinó hacia ella.  Paula quedó sin aliento incapaz de moverse y entonces Pedro extendió la mano y tomó su copa de la encimera antes de volver hacia el salón.


-¿Vienes? -preguntó a Paula.


Paula dejó escapar la respiración contenida y lo siguió. Él ya se había sentado en el sofá y ella lo siguió aunque se mantuvo alejada de él para que no pudieran rozarse.


-¿Cuáles son esos detalles tan importantes que tienes que enseñarme? -preguntó Pedro, con un tono divertido.


-Puede que pienses que esta reunión es innecesaria pero si yo creo que contribuirá a que la fiesta de Luciana sea un éxito ¿Por qué negarte?


-Veámoslos entonces -dijo él mirándola con respeto como siempre que ella se oponía a él en algo-. Aunque debo decirte que en ningún momento he dicho que nuestra reunión en mi casa fuera a ser innecesaria.


-Sí, bueno, bien -tartamudeó Paula mientras trataba de poner en orden sus ideas.


Revisaron todos los detalles de la fiesta desde la decoración hasta el catering, sin olvidar otros muchos pequeños detalles. Terminó su presentación diciendo que ella había elegido un salón de banquetes muy lujoso propiedad de Alfonso porque sabía que él prefería utilizar sus propios locales para esos eventos. Al ver que Pedro no respondía Paula alzó la vista y se encontró con los ojos deél un tanto contrariados.


-¿A qué viene esa mirada?


-Lo primero Paula, ¿Tú te das cuenta de que soy un hombre?


-Sí -dijo ella que nunca había conocido a ninguno tan masculino.


-Bien, entonces debes entender que palabras como georgette o decoupage son ajenas a mi vocabulario.


Paula ya se disponía a interrumpirlo pero Pedro le puso un dedo en los labios para hacerla callar.


-Créeme -continuó-, no quiero infravalorar lo que estás haciendo, te contraté porque admito que tú lo haces mejor. Si has venido aquí en busca de mi aprobación, ya la tienes. A todo. Contrata todo lo necesario. Pero lo primero es lo primero, quédate donde estás.


Retiró el dedo de los labios de Paula, lo besó y volvió a colocarlo en sus labios para a continuación levantarse y correr hasta la cocina.


-Ahora, déjame dar una vuelta a la sartén, añadir las verduras, y en unos minutos quedarás cegada por mi talento culinario.


-Oh, no -dijo Paula-. Creía haberte dicho que no me iba a quedar a cenar.

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