miércoles, 21 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 35

 -Me halaga que hayas pensado en Séptimo Cielo para la organización, Pedro, pero no estoy muy segura de que pueda hacer una fiesta de tu gusto.


Paula escuchó sorprendida la risa de Pedro al otro lado.


-Relájate, Paula. No estaba pensando en mujeres desnudas luchando en el barro. Además, no es para la empresa. Se trata de una fiesta privada. Mi hermana Luciana quiere celebrar una fiesta de compromiso, algo que está más en la línea de lo que organizaste el otro día para la recaudación de fondos del canódromo.


Aquello sonaba más acorde con la línea profesional que a ella le gustaba pero sabía que la fiesta no era lo que le preocupaba.


-Bueno, estoy muy ocupada ahora mismo pero puedo pasarte con algún compañero especializado en este tipo de...


-Mira, Paula -comenzó Pedro cuya voz empezaba a sonar impaciente-, esto es lo que te propongo: Si me gusta lo que hagas con la fiesta de Luciana, te ofreceré la exclusiva de Alfonso.


Paula parpadeó asombrada.


-¿La exclusiva de Alfonso? -repitió.


-Sí. Hasta ahora hemos podido organizarlo nosotros internamente pero la empresa está creciendo internacionalmente y estamos desbordados.


Paula trató desesperadamente de retener su imaginación desbocada.


-¿Cuál es la trampa? -preguntó con la esperanza de que fuera eso para poder tener una razón para rechazar la oferta.


-La trampa es que no quiero que nadie más se ocupe de la organización de eventos para mi empresa. Te quiero a tí. 


«Ten cuidado con lo que deseas, Paula, porque puede que lo consigas». Las palabras no dejaban de resonar en su cabeza en medio del silencio. Pedro le estaba ofreciendo el contrato que su empresa, entre otras muchas, había estado tratando de conseguir sin éxito durante años. No podía convencerse ni convencer a nadie más de que tuviera que rechazar la oferta. Tenía que organizarle una fiesta y tenía que ser perfecta.


-Está bien, lo haré -respondió Paula dando un suspiro.


-No es necesario que te muestres tan alegre -dijo él riéndose.


-Estoy encantada, de verdad, ésta es una gran oportunidad aunque no puedo dejar de preguntarme por qué.


-¿Y por qué no?


-Bueno, ya has visto mi trabajo y ambos sabemos que no tenemos los mismos gustos. «Y la otra noche lo pasé muy bien, y había pensado que nunca más volvería a escuchar esa preciosa voz tuya».


Pedro se rió de nuevo y Paula sonrió consciente de que se estaba empezando a ser adicta al sonido.


-Sabes muy bien cómo venderte, ¿Eh? Estoy empezando a cambiar de idea.


-Mira, será un placer encargarme de la fiesta de compromiso de tu hermana -dijo ella riendo también-, y te prometo que será fabulosa, pero tengo una contraoferta para tí.


-Oigámosla entonces.


Paula tomó aire profundamente y habló.


-Lo negociaré todo directamente con ella y cuando me des el contrato de Alfonso, lo cual estoy segura de que harás, trataré con el departamento de publicidad pero no contigo.


-Ahora sí que eres tú -dijo Pedro-. No sabía muy bien si tendrías ese espíritu auto protector -dijo  con una voz suave, si cabe más sexy de lo habitual, radicalmente opuesto a lo que ella pretendía. 


Sólo había intentado aclarar los límites profesionales, algo que nunca antes le había parecido algo sexy, pero con Jacob todo era diferente...


-Gracias, creo -contestó ella-. Si me das el teléfono de tu hermana puedo empezar ahora mismo.


-Los deseos de Luciana son órdenes para mí. Ése es el resultado de haber estado fuera tanto tiempo. Ahora tengo que tratar de comprar su afecto.


Paula supo por el tono afectuoso de su voz que aquello era cierto y no pudo evitar preguntarse el tipo de mujer que habría que ser para arrancar a este hombre un sentimiento tan profundo.

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