lunes, 26 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 43

¿Pero qué le pasaba? ¿Por qué no se la veía tan emocionada ante la oferta? Por primera vez en diez años se estaba planteando ceder a una empresa privada la imagen pública de su empresa y ella no parecía comprender el alcance de aquella decisión. No parecía comprender la oportunidad que le estaba dando. Pedro la había estado observando durante la comida muy atento y había visto que Paula no había dejado de removerse inquieta, sonrojarse y sobre todo evitar mirarlo a los ojos. Sabía que no le parecía repulsivo como ella le había dicho a Pablo y que su encuentro en la calle había sido para ella una especie de trauma que la había lanzado a la búsqueda de marido pero en realidad esto no era más que una excusa para no enfrentarse a sus sentimientos. Y como había sido él el culpable, tal vez fuera él el único que pudiera liberarla. No podía darle lo que ella más deseaba pero sí podía darle la segunda cosa que más deseaba, el trabajo con el que siempre había soñado.


-Vamos, preciosa. Escúpelo -dijo Lara sentada junto a ella en el coche.


-¿Qué?


-Lo de la extraña y maravillosa comida. Yo iba preparada para impresionar a su hermana y aparece él con su traje y sus gemelos, sofisticado y... Tengo de decirlo, está buenísimo...


Lara guardó silencio unos segundos para que su último comentario se asentara en el ambiente.


-Estaba perfecto y entonces va y se sienta frente a tí y cambia - continuó Lara-; parece derretirse mientras te mira con adoración. Seguro que habría preferido sentarse a tu lado para poder mirarte más de cerca.


-¡Por favor! -exclamó Paula con las mejillas encendidas.


-Yo estaba allí y lo ví, y también ví que tú no llevabas puesto tu traje de la suerte.


-¿Mi qué?


-En nuestra primera cita con un cliente siempre llevas el traje de pantalón oscuro con la camisa sin mangas y el escote sexy, pero hoy no. Hoy te has salido de la rutina con este adorable vestido nuevo -dijo Lara señalando su impecable vestido de cuello cuadrado, ceñido, hasta la rodilla, en un tono crema.


-No es adorable ni nuevo -replicó Paula con sinceridad pero había tratado de elegir cuidadosamente la ropa más apropiada para la cita con Luciana-. Y ni siquiera sabía que él estaría aquí.


-Sino que ibas a conocer a su hermana y tenías que darle buena impresión. Todo encaja. Las miradas sensibleras lo decían todo.


-Estuvo en la recaudación de fondos del canódromo y en la fiesta de la galería, y como le gustó mi trabajo me ofreció organizar la fiesta de su hermana. Es un cliente, nada más.


-No si el divino señor Alfonso tiene algo que decir al respecto. Lo has cazado. Tira del sedal y ya es tuyo.

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