lunes, 12 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 13

Paula no podía creer que estuviera hablando en serio. Ella tenía sus razones para embarcarse en la búsqueda de marido pero entonces ¿Por qué había acudido aquel hombre distante a una cita a ciegas con una mujer en busca de marido? No tenía sentido y lo que era peor, confirmaba una vez más su teoría. ¿Y quién demonios era aquel tipo? Ben se había preocupado de no decirle nada. Si Pedro Alfonso contaba con él sería porque le resultaría valioso por algún motivo. Para terminar de rematar las cosas cabía la posibilidad de que la reconociera en cualquier momento y dejara caer que él había sido el hombre con quien se había chocado en la calle, el hombre por el que Macarena sabía que había comenzado aquella cruzada. Si Macarena se enteraba la volvería loca con sus historias sobre la predestinación.


-Yo quiero tener hijos -dijo Pedro-. Por lo menos ocho. No, once, un equipo de fútbol, así es que creo que tendría que empezar cuanto antes.


Paula apenas si pudo contener el gemido. Dejó caer el cubierto incapaz de dar otro bocado.


-¿Y tienes en mente a alguien para que te ayude en tus planes para ese equipo de fútbol? -dijo Macarena mirando a Paula antes.


Ésta le echó a su amiga una mirada feroz pero aquella rehusó mirarla.


-Todavía no-dijo Pedro pinchando un trozo de brécol y observándolo con dedicación-, pero tendría que ser buena cocinera. Aunque espero que no le guste comer tanto que descuide su figura después del nacimiento de los niños.


«¿Pero qué dice este tipo?».


Pedro tenía que esforzarse mucho para no reírse. Pablo se cubría la cara con las manos y Macarena tenía los ojos abiertos desmesuradamente y la pobre Paula deseaba que se la tragara la tierra.


-Pablo y yo estuvimos hablando el otro día, ¿Verdad, Pablo? -dijo Pedro como si nada y crujió los nudillos. Tenía a Ben entre la espada y la pared.


-Siempre, tío. Apenas trabajamos, sólo hablamos de los niños -Pablo sonrió pesaroso y asintió.


Pero Pedro no había terminado aún.


-A mí me gustan las rubias. Si tuviera que casarme con una morena le pediría que se tiñera el pelo. Y estoy seguro de que lo haría si me amara de verdad, ¿No creen?


Pedro se regocijó de placer en el silencio de ultratumba que había despertado con su último comentario. Les había dado su merecido.


-¿Y qué me dices de tí, Paula?


-¿Cómo dices? -dijo Paula sobresaltada.


-¿Cuántos hijos te gustaría tener? -preguntó Pedro. 


Paula miró a sus amigos en busca de apoyo moral pero no halló ninguno porque ambos estaban mirando hacia otro lado.


-¿Niños? No he pensado en ello, a decir verdad. 


-¿No? Me sorprende.


-¿Qué te sorprende? -preguntó ella aclarándose la garganta.


-¿Acaso no piensan en ello todas las mujeres? El número que desean y hasta el nombre.

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