lunes, 19 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 27

Pedro se giró hacia Paula, su rostro quedó a tan sólo unos centímetros del de ella.


-Hasta pronto, Paula -dijo y por su tono de voz ella creyó que así sería. Se acercó a ella entonces y le dió un suave beso en la mejilla. Paula sintió la tibieza de sus labios durante el breve contacto-. Prométeme que llevarás a Pablo a casa, con Macarena, de una pieza.


-Te lo prometo. Adiós, Pedro.


Y en cuanto éste retiró las manos de la ventanilla Paula arrancó y se alejó. Miró por el retrovisor y vió a Pedro de pie en medio de la calle, con las manos en los bolsillos del pantalón, mirándola. Ella trató de mantener la atención en la carretera aunque su mente daba vueltas sin parar en otra dirección.


-¿Has pensado en alguien para mí? -preguntó de pronto a Pablo.


Pablo quedó callado mientras asimilaba la pregunta. 


-Estoy seguro de que podré encontrar a alguien. 


-Entonces, hazlo. Y lo antes posible.


-Si todavía quieres hacerlo... 


-Así es.


Pablo la miraba pero ella lo ignoraba a él. Ya le había dicho lo que pensaba. 


-Dalo por hecho.




"Menos mal que es viernes" pensó Paula mientras el camarero le servía el cóctel que había pedido. Dió un largo sorbo antes de echar un vistazo a la habitación. Todos los invitados al acto benéfico que se celebraba en la galería de arte moderno Arty Pants estaban sonrientes, charlando entre ellos y mostrando un gran interés por las obras expuestas. Todo iba bien. Hasta que un hombre al otro lado de la sala le sonrió. Un hombre vestido con un traje caro, el pelo rubio peinado hacia atrás, bien bronceado, boca perfecta. Y la sonrisa de Holly se desvaneció. «Dios mío, otro más no. ¿Acaso saldrán todos del mismo sitio para acudir a fiestas e inauguraciones y reafirmar mi teoría?» El hombre levantó el vaso a modo de saludo. Paula le respondió con un breve gesto de asentimiento y se fue. Afortunadamente Lara acababa de llegar de la conferencia sobre Star Trek que había tenido lugar en Sydney.


-Hola, preciosa -dijo Lara-. Está todo perfecto. Una comida maravillosa, buena música, un festín para los ojos. Por cierto, aquel tipo rubio no deja de mirarte.


Paula le dirigió una fugaz mirada al hombre. Seguía en el mismo sitio mirándola.


-Lo siento, Lara. No me interesa.


-¿Por qué? -preguntó Lara alzando una ceja en señal de incredulidad-. ¿Acaso tienes a alguien mejor esperándote en casa?


-Pues no. Lo cierto es que mientras estuviste fuera Pablo me organizó una par de citas y la idea de hablar de mi vida amorosa de nuevo me produce náuseas.


-¿Así es que has detenido la búsqueda de marido?


Paula se encogió de hombros.

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