lunes, 5 de febrero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 67

 —Y yo jugaba con mis amiguitos del colegio y les rogaba que me dejaran jugar con su pelo ¿Qué contribución era ésa?


—Eras feliz —intervino Carla—. ¿No lo entiendes? Bella y yo estábamos aterrorizadas, pero tú, con tu alegría, nos dabas fuerza para seguir adelante.


Paula le tomó la mano y se la llevó a la mejilla.


—Tú solías ofrecer tu ayuda, Pau —dijo Bella con la mirada velada por la emoción—, pero lo que necesitábamos era tu felicidad y tu libertad. Había días en los que tu sonrisa me animaba a no darme por vencida.


—¿Creen que ésa era mi contribución a la familia? —preguntó Paula.


Lo cierto era que recordaba las risas de sus hermanas cuando les hacía peinados ridículos. Bella asintió.


—Así es.


Pedro apareció en el umbral de la puerta con la tetera y unas tazas.


—¿Paula?


Bastaba oírle pronunciar su nombre para querer echarse a llorar. 


—Gracias —dijo ella, tragando saliva—. Gracias por todo.


Pedro ocupó un sitio a su lado. Bella sirvió el té y distribuyó las tazas.


—Me lo voy a beber de un trago —bromeó como si se tratara de whisky.


Todos rieron y la situación se destensó.


—Creo que sobro —dijo Pedro, clavando la mirada en Paula. Parecía preguntar si quería que se quedara o que se fuera…


Paula quería su compañía, pero sólo porque necesitaba un amigo. Por eso mismo debía dejarle ir. Bella intervino con voz queda:


—No creo que podamos hacer nada más por hoy, y puesto que es un día laboral…


—Sí, pero si Pau no puede…


—Claro que puedo. Estoy perfectamente —Paula se irguió. Claro que podía. Podía dejar a Pedro con dignidad, aunque primero tuviera que distanciarse de las intensas emociones de aquella tarde.


Bella la observó antes de asentir. Carla dejó la taza sobre la mesa.


—Me dan lástima. No comprenden lo que significa el amor — comentó, volviendo al tema de sus padres.


—Querían utilizarlas a tí y a Bella. No creo que nos hubieran buscado si no llega a ser por esa mujer que asistió a uno de los desfiles de Bella.


—Les venía bien para sus carreras profesionales —Carla hizo una pausa antes de añadir—: ¡Qué locura!


—Quizá este encuentro nos sirva para zanjar definitivamente una cuenta con el pasado. Nos hemos visto como adultos y, si es que albergábamos alguna duda, ya sabemos que ni echan de menos lo que han perdido, ni quieren recuperarlo.


—No tendría por qué ser así —dijo Paula, acariciando el borde de la taza mientras se debatía entre el rechazo y su bondad natural—. Bella tiene razón, es una oportunidad para atar cabos. Deberíamos invitarles a una terapia familiar, expresar nuestros verdaderos sentimientos.


Sus dos hermanas la observaron en silencio antes de asentir.


—No creo que acepten —dijo Carla. 

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