viernes, 9 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 10

 -Para resarcirte por lo de la pelea, Pablo te ha organizado una cena con uno de sus compañeros esta noche en casa. Esperaba que los dos se conocieran, se enamoraran y se casaran. Pero si no te interesa...


-Claro que me interesa. ¿Lo conoces? ¿Es simpático? ¿Inteligente? ¿Qué hace? No, no me lo digas. No quiero saberlo. ¿Es guapo?


-Ven a casa a las seis y media y lo sabrás.


-Sí, sí, sí. De acuerdo -le dió a Macarena un abrazo-. Son tan buenos conmigo.


-¿Incluso Pablo? Hace un momento era un neandertal.


-¿Pablo un neandertal? Nunca. Es el hombre más maravilloso del mundo.


Macarena asintió, contenta.



A punto de dar las siete, Macarena gritó a Pablo que llevara a Paula al salón y la retuviera allí. Paula se sentó en el salón y se removió inquieta hasta quedarse en una posición. Se mordisqueaba las uñas perfectamente arregladas y no dejaba de subir y bajar la pierna. De pronto, empezaron a oír un rítmico golpeteo sobre el tejado. Miró la lluvia caer formando artísticos regueros en los cristales.


-¿Pablo?


-Sí, Paula.


Conocía ese tono. Pablo estaba sentado y se pasaba los dedos por el cuello.


-¿Qué es lo que sabe de mí?


-¿Estás segura de que quieres saberlo? ¿Estás segura de que no vas a interrumpirme en cuanto empiece a hablar?


-Estoy segura. Dímelo. No lo puedo soportar. Necesito saber algo.


-De acuerdo -dijo él-. Le he dicho que eres muy guapa.


-¿Le dijiste que soy guapa? Qué dulce eres.


-Le dije que Maca y tú son amigas desde hace mucho....


-¿Conoce a Maca tanto como para que le dijeras que somos amigas? -Paula dió un grito y miró el pequeño músculo que se activaba en el pómulo de Pablo. No había forma de controlarla.


-Tal vez debería saber quién es. No, no puedo. ¿A Maca le gusta? ¿Qué más le dijiste?


Las luces de un coche atravesaron los cristales y de pronto se apagaron. Paula tragó con dificultad al oír que el ruido del motor se apagaba. Acababa de llegar.


-No puedo hacerlo -suspiró-. Ayúdame.


Pablo se puso de pie y se acercó a ella. La tomó de la mano y la retuvo.


-¿Quieres saber qué más le dije?


Pablo la empujó hacia la puerta. Paula sabía que le había obligado a hacerlo, y sonrió pidiendo disculpas.


-No creo que quieras saberlo.


Pero era demasiado tarde. El timbre sonó y justo antes de que Pablo abriera la puerta le susurró en el oído: 


-Le dije que estabas buscando marido y que él era el candidato perfecto.


La puerta se abrió y Pedro se encontró frente a una petrificada Paula, con los ojos como platos y la boca entreabierta. 


En un primer momento a Pedro no se le ocurrió otra cosa que sonreír ampliamente, al tiempo que una sensación cálida le invadía la boca del estómago, como siempre que la veía. Pero a continuación recordó la revelación que le había hecho Pablo. Echó a un lado las flores que había traído para Macarena y miró de hito en hito a Paula y a Pablo y su gesto de disculpa: Acababa de meterse en una cita a ciegas.


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