miércoles, 7 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 1

 -Me voy a casar -anunció Paula soltando de golpe el maletín sobre la mesa de su despacho en la empresa de organización de eventos, Séptimo Cielo, en la que trabajaba, quince minutos más tarde de lo habitual.


-¿Que vas a hacer qué? -preguntó Macarena con voz metálica al otro lado del teléfono.


Paula se sentó, cruzó las piernas y en ese momento notó que se le hacía una carrera en las medias. Sin perder la compostura abrió el último cajón del escritorio y sacó un par de medias nuevas y se dirigió al cuarto de baño para cambiarse. Conectó el altavoz del teléfono para poder seguir hablando.


-He dicho que voy a casarme.


-Pero si no has salido más de una vez con el mismo hombre en los últimos seis meses cómo es posible que hayas decidido casarte con alguno de ellos.


En ese momento, la secretaria de Paula, Lara, entró en el despacho y se detuvo de golpe al oír la conversación y el café que traía en la bandeja se derramó. Paula regresó del cuarto de baño y le hizo un gesto con la mano a Lara para que se acercara y tomó la taza de la bandeja.


-¿Las he oído bien, chicas? ¿En lo que he tardado en hacerle un café a Paula ha encontrado novio y se ha prometido?


-¿Eres tú, Lara? -preguntó Macarena.


-¿Cómo estás Macarena? ¿Para cuando esperas el bebé? -dijo Lara inclinándose hacia el teléfono.


-Estoy muy bien. El bebé debería nacer en un mes, más o menos...


-Chicas -interrumpió Paula-, les recuerdo que estoy a punto de hacer algo trascendental.


Lara hizo un gesto de coserse la boca y no decir ni una palabramás.


-Lo siento, tesoro -dijo Macarena-. La culpa es de Lara. Ya sabes que si alguien me pregunta por mi bebé no puedo parar. Vamos, ¿Qué me decías?


-Gracias -dijo Paula tomando aire profundamente-. Esta mañana, mientras caminaba por la calle Lonsdale, un... Hombre se abalanzó sobre mí. Todo lo que llevaba en las manos salió volando. Mi maletín acabó en la alcantarilla, y los bolígrafos rodaron calle abajo junto con mis preciados papeles. Y allí de rodillas sobre la acera recogiendo todas mis cosas aquel hombre tuvo la desfachatez de decirme encima que mirara por donde iba.


-¿Y era guapo? -preguntó Lara.


Holly no recordaba que lo fuera. Recordaba cómo se reflejaba la luz de la mañana en sus ojos color avellana y que tenía bolsas bajo ellos. Al principio, se había sentido comprensiva ante su expresión exhausta. Pero también se había fijado en la forma en que había fruncido el ceño al ver que ella había tirado todo por el suelo lo que dió al traste con todo indicio de solidaridad. El hombre tenía una voz profunda que dejaba adivinar un acento extranjero. No, definitivamente no habría dicho que fuera un hombre guapo ni atento.


-Alto -dijo Paula-, con el pelo oscuro. Hoyuelos, bien perfumado, pero creo que ésta es una cuestión irrelevante.


-¿Irrelevante? -dijo Macarena-. Parece el hombre perfecto.


-Estoy de acuerdo -dijo Lara.


-Cuando dejes de buscar te encontrará. Es el destino -sentenció Macarena.

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