viernes, 23 de febrero de 2024

El Elegido: Capítulo 38

 -¡Me alegro muchísimo, Paula! Te encantará Luciana -dijo Macarena al otro lado del teléfono.


-Por favor, dime que podrás venir.


-Por supuesto, a menos que el bebé tenga otros planes, allí estaremos.


Paula estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas con el teléfono inalámbrico pegado a la oreja mientras movía la cabeza hacia delante y hacia atrás en un intento de sacudir las tensiones del lunes.


-Pablo me ha dicho que el fin de semana rechazaste dos citas - continuó Macarena.


-Necesitaba un descanso.


-¿Si? ¿No hay otra razón? ¿Nadie te ha llamado la atención todavía?


-Nadie -respondió ella.


-¿Ni siquiera Pedro?


-Maca...


-Vamos, Paula. Si no estuviera con Pablo yo misma lo agarraría con las dos manos y no lo dejaría escapar. Es el mejor partido.


-No lo harías. No es tu tipo.


-¿Entonces de quién es el tipo? Espero que tu plan no se haya desinflado.


-No temas.


-Bien porque ya había decidido ponerme un vestido rojo, con la espalda descubierta y lleno de lentejuelas. Además, te he echado las cartas y los astros predicen una relación amorosa para el mes de julio. Tal vez los astros ayuden.


-¡No!


-Está bien -suspiró Macarena-. ¿Qué vas a hacer esta noche? ¿Ver la tele?


-Si no fuera por tu Pablo todavía seguiríamos siendo dos solteras que no hacían más que ver Orgullo y prejuicio en la televisión y comer palomitas dulces.


-Era divertido, ¿Verdad?


-Mucho. Pero Pablo te encontró y te amó y nos enseñó lo mucho que podían mejorar nuestras veladas nocturnas.


Paula suspiró al tiempo que se tumbaba de costado y se encogía como un ovillo.


-He visto Orgullo y prejuicio demasiadas veces. No sabes lo afortunada que eres, Maca, al tener a alguien tan bueno, sincero y fuerte a tu lado.


-¡Cualquiera diría que Pablo es un San Bernardo! -dijo Macarena. «Mejor un San Bernardo que un Rottweiler». 


-Alguien como Pablo te sacaría de tus cabales -continuó Macarena.


-No lo creo. Por ejemplo, él guarda en el mismo cajón los calcetines, los pañuelos y los calzoncillos. Tú tienes un cajón separado para cada cosa y los organizas por color y tejido según las temporadas.


-¿Y ahora cómo podré mirar a Pablo sin pensar en su ropa interior?


-En serio, un día encontrarás a tu hombre. Un hombre que te endulzará la vida y te dejará llamar a su primer hijo Máximo como siempre quisiste, pobre criatura.


-No veo por qué te parece tan raro el nombre de Máximo. Es un nombre muy masculino...


-¿Vas a dejar de hacer bromas y me vas a escuchar? 


Paula la miró intensamente y le prestó atención.


-Lo que quiero decir es que el hombre perfecto para tí está ahí fuera pero créeme, no se parecerá en nada a Pablo. No es que tenga nada en contra de mi pobre marido. Tú también lo vuelves loco.


-Gracias.


Y Paula sabía que aunque sus amigos siempre estarían ahí para todo lo que pudiera necesitar, tendría que ser ella sola la que encontrara al hombre de su vida.

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