viernes, 2 de febrero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 64

 —Sí, querida. Me han exigido que convoque a Bella y a Carla en tu piso —la mujer suspiró con preocupación—. Cuando les he dicho que tendría que consultarlo contigo, se han puesto furiosos.


—Lo siento mucho —Paula intentó sonar tranquila para calmar a la mujer, pero el corazón le latía aceleradamente. Pedro no apartaba la mirada de ella—. Iré ahora mismo. Yo me ocuparé de todo —se ocuparía de los padres que las habían abandonado y que aparecían de pronto exigiendo verlas para… ¿Para qué?


—Si quieres, puedo llamar a tus hermanas —empezó la casera, titubeante.


—No hay razón para molestarlas —la interrumpió Paula. Y añadió con vehemencia—: Puedo resolverlo yo sola. Ha llegado la hora de que sea yo quien asuma la responsabilidad.


Colgó y llamó para pedir un taxi.


—Sí, por favor. Tan pronto como pueda —dió las señas—. Es urgente.


—¿Qué sucede? —preguntó Pedro, poniéndose en pie. 


Paula lo miró con expresión ausente hasta que de su garganta escapó una mezcla de carcajada y exclamación de horror.


—Mis padres han vuelto a Australia. Quieren ver a Bella y a Carla por algún asunto relacionado con trabajo. No tiene ningún sentido —tras una pausa, añadió—: Su vida siempre giró en torno a su trabajo. Tengo que marcharme. Esperaré fuera al taxi.


Pedro la sujetó del brazo.


—Voy contigo.


—No. No quiero ayuda. Debo hacer esto yo sola —no podía consentir que Pedro fuera con ella porque su mera proximidad le daba ganas de llorar.


En aquel momento sólo debía pensar en proteger a sus hermanas. Sonó una bocina en el exterior. Tomó su bolso y corrió a la puerta.


—Tengo que irme. Mi casera les ha tenido que dejar pasar a mi piso. La pobre no sabía qué hacer.


Salió, subió al taxi y le dió la dirección de su casa. Estaba a punto de encontrarse con dos personas a las que no había esperado volver a ver el resto de su vida. 


—No sabía qué hacer —dijo su casera al acudir a recibirla—. Su actitud era tan agresiva…


Paula le estrechó con la mano.


—No te preocupes. Ve a tomar un té. Yo me ocuparé.


No era capaz de pensar. Eran demasiadas emociones para un solo día. ¿Qué querrían sus padres? ¿Una reconciliación? «Ya has oído a tu casera: Quieren algo de tus hermanas». Pero quizá había sido una manera de expresarse porque también ellos estaban nerviosos ante el reencuentro. Sólo había una manera de comprobarlo. Con el corazón acelerado y una opresión en el pecho, llegó a lo alto de la escalera. Aún tuvo la tentación de dar media vuelta y salir huyendo, pero la puerta estaba abierta y entró. En la calle se oyó la puerta de un coche, pero Paula se concentró en la pareja que se sentaba en su sofá. Se pusieron en  pie al verla y ella sólo pensó: «Han envejecido». 

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