lunes, 5 de febrero de 2024

Juntos A La Par: Capítulo 69

Los coches llegaron a la mañana siguiente, mientras acababan de desayunar. Paula suspiró mientras Pedro firmaba los papeles de la entrega. Tomó el teléfono y marcó el número de la agencia de colocación. Habló con su supervisora.


—Está bien. No había pensado volver a la peluquería, pero lo acepto.


—¿Puedes estar en tu puesto en tres horas?


—Sí —Paula se cuadró de hombros.


Tendría que dejar a Simba con Bella antes de ir a su casa, pero haría lo que fuera necesario. No podía seguir ni un minuto más junto a Pedro. Cuando él entró en la casa vió a Paula con la cesta de Simba en los brazos y su bolsa de viaje al hombro. De pronto comprendió que cuando le había oído ir al coche, no era para recuperar sus cosas, sino para cargar las que tenía en la casa.


—He aceptado un trabajo —explicó ella—. Es urgente y tú ya no me necesitas.


Pedro sintió que se le formaba un nudo en el estómago. 


—No me lo habías dicho —no sabía qué decir. Se sentía desconcertado, perdido—. No puedes irte. Tenemos un contrato.


Necesitaba tiempo. Abrazarla.


—No, Pedro, no me necesitas —aunque las palabras le dolían, Paula alzó la barbilla y esbozó una sonrisa—. Tus madrastras están ansiosas por cuidar de tí. Y estarás ocupado poniéndote al día con el trabajo.


Pedro sacudió la cabeza. Ella fue hacia la puerta y añadió:


—Es lo mejor para todos. Tenemos que separarnos ahora. Déjame marchar, por favor.


El dolor que le quebró la voz rompió el corazón de Pedro, dejándolo sin palabras. En el silencio que se produjo, Paula subió al coche y arrancó. 





—Tienes un nuevo empleo de la más alta prioridad —había dicho su supervisora. Y pareció titubear antes de añadir—: Un coche te estará esperando. Me temo que no vas a poder pasar por casa.


Paula estaba llegando al punto de encuentro. La llamada había tenido lugar cuando acababa de bajar del crucero en el que había trabajado como estilista. Volvía descansada y morena. No tenía ni idea de qué iba a hacer en el futuro y su único plan inmediato había sido ir a casa, descansar e ir a recoger a Simba a casa de Bella. Pero no podía fallar a su supervisora, así que se limitó a decir:


—¿Es en Melbourne?


—No. Vas fuera de la ciudad.


—Está bien —quizá sería más fácil no pensar en Pedro si estaba lejos. Alzó la mirada y vio a un hombre con un letrero con su nombre—. Creo que he encontrado al chofer.


La supervisora pareció aliviada de concluir la conversación. Paula se dió cuenta de que no le había dado ninguna indicación, pero supuso que no era necesario. El conductor cargó de inmediato las maletas en el coche y le indicó que subiera. Luego condujo en silencio y detuvo el vehículo junto a un helicóptero. Sin mediar palabras, entregó las maletas al piloto, éste la ayudó a subir, y despegó. 

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